La marcha por el agua se declaró en asamblea permanente

Foto: Paúl Rivas/el comercio


Foto: Paúl Rivas/el comercio


La iglesia de la parroquia Cutuglagua, en el sur de Quito, es sencilla. Situada en la calle Atacazo se halla en medio de tiendas, locutorios y locales que venden frutas y verduras.

El templo fue utilizado, en la noche del pasado lunes 30 de junio, como dormitorio para alrededor de 200 campesinos que venían de Latacunga, el penúltimo trayecto de la marcha por el agua, la vida y la dignidad que partió desde El Pangui, en Zamora Chinchipe, el 21 de junio. Alrededor de 800 indígenas que llegaron a Cutuglagua se instalaron en aulas y zaguanes de la iglesia, la cual dispone de canchas de fútbol, vóley y espacios verdes para 1a gente de este populoso sector.

Usaron esteras y cobijas para dormir. En el interior de la iglesia, de relucientes baldosas cafés, había una figura de Cristo, fijado en una cruz verde. Una leyenda en la pared decía: “El que quiera seguirme que tome su cruz y me siga”.

En la mitad del salón, Olga Cabascango, de 50 años y exgobernadora del pueblo Quitu-Cara, recibió una vasija de barro que contenía el agua clara del río Chuchubletza, recogida el 21 de junio, día del arranque de la marcha. La entregó Carla Montenegro, coordinadora de Pachakutik en Pichincha.

Cabascango amarró la vasija con una wipala y la cargó. Con el cántaro fue a la cabeza de la marcha que, a las 09:00 de ayer, salió hasta el parque de El Arbolito, 20 km al norte de Quito. Según Cabascango, 64 comunas conforman el pueblo Quitu-Cara. Citó algunas: San Miguel del Común, Santa Clara de San Millán, Tola Grande, Collaquí (Tumbaco).

Ella explicó que en cada comuna viven un promedio de 500 familias. Faltaban 10 minutos para las 09:00 y Salvador Quishpe, prefecto de Zamora Chinchipe, en una improvisada rueda de prensa, en el patio de la iglesia, anunció la medida más radical que tomarían los caminantes: declarar un Parlamento Plurinacional Permanente si las bases lo deciden, una vez que concluya la marcha en El Arbolito.

Carlos Pérez Guartambel, presidente de la Ecuarunari, expresó –ya en la marcha- que la Asamblea podría declarar la desobediencia civil a la polémica Ley de Aguas sin dar cuentas al Estado de los gastos en los canales de riego. “Solo a los beneficiarios de los distintos sistemas”, expresó, en medio de la música de guitarras, bocinas y el griterío de las consignas en contra del Gobierno.

A las 18:00 de ayer, Pérez confirmó que la marcha decidió integrar el Parlamento Nacional de los Pueblos del Ecuador Permanente. Pérez dirigió una reunión que decidió la medida, en la Casa de la Cultura.

En la orilla opuesta, el presidente Rafael Correa consideró ayer un “ fracaso total la marcha de indígenas que llegó a Quito en rechazo a una ley que los despoja de la administración del agua en sus comunidades.

“Marcha del Agua: un fracaso total” escribió el gobernante en su cuenta de Twitter, agregando que indígenas opuestos al Gobierno “mienten con la privatización del agua, prohibida en la Constitución y en la propia ley”.

También, la dirigencia de la Coordinadora de Movimientos Sociales ratificó el apoyo a la Ley de Recursos Hídricos, Usos y Aprovechamiento del Agua, aprobada por la Asamblea Nacional, y pidió al Presidente que ponga el ejecútese, en el menor tiempo posible.

Joffre Pérez, coordinador de la Federación Nacional de Cámaras Artesanales y de las Juntas de Riego, dijo que preparan algunos insumos para la reglamentación de la normativa.

La marcha salió a las 09:00 de Cutuglagua y alcanzó el parque de El Arbolito a las 14:00. Siempre vigilada por una fila de policías que iba a los costados, a pie y en motos. Tomó la av. Maldonado, arribó a la Villa Flora, la calle El Corazón, la av. Napo, luego la Pichincha, hasta llegar a El Arbolito.

Cinco horas bajo un sol implacable. La gente bebía agua y compró al paso gorros en USD 1. Adelante, el líder principal, Salvador Quishpe, arengaba a los caminantes para que no decayeran y con un micrófono recordaba que el Gobierno quiere cerrar escuelas en el campo y agruparlas en las cabeceras parroquiales.

Además, reclamaba que cerca de 300 000 bachilleres no tenían cupo para ingresar a las universidades. Antonio Perea, manabita, de la Federación Única de Afiliados al Seguro Campesino denunció que de los 700 dispensarios que hay en el país, el Régimen quiere dejarlos en 165 y con un solo médico. La protesta por el agua pasó a otros ámbitos de reclamo: Quishpe pidió una consulta popular para la reelección indefinida. “Solo así tendrá legitimidad, porque es un tema importante y solo el pueblo puede decidir la reforma a la Constitución.

Rosa Lanchimba, de Cangahua, puso la alegría al interpretar -con su guitarra azul- sanjuanitos. Yasunidos igual se sumó a la protesta al igual que la UNE y otros grupos.

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