¿Colegios pueden enseñar de modo presencial y en línea a la par en Ecuador?

El profesor de música, Javier Díaz, con el cuarto de básica. En el Colegio José Engling separaron las clases en línea de las presenciales. Foto: cortesía del Colegio José Engling

El profesor de música, Javier Díaz, con el cuarto de básica. En el Colegio José Engling separaron las clases en línea de las presenciales. Foto: cortesía del Colegio José Engling

El profesor de música, David Díaz, con el cuarto de básica. En el Colegio José Engling separaron las clases en línea de las presenciales. Foto: cortesía del Colegio José Engling

Semanas de descubrir y de adaptarse a la nueva situación han vivido estudiantes de siete planteles particulares de Quito. En ellos, desde los últimos días de septiembre se desarrollan clases presenciales y virtuales. En los seis rurales fiscales, la mayoría de alumnos acude. Y para quienes no asisten, la educación es a través de WhatsApp, guías impresas y mensajes en TV y radio.

En el Einstein, por ejemplo, equiparon las aulas con cámaras y un micrófono ambiental. Pero cuando el 13% de 480 alumnos matriculados volvió al colegio notaron que sus compañeros en línea no oían sus intervenciones. Otro problema surgió cuando se retiraron las cortinas de las ventanas, que se mantienen abiertas para que fluya el aire en los salones: la proyección del infocus al pizarrón se perdía.

Lo cuenta Jorge Grijalva, decano de currículo e innovación. En su plan establecieron un tope de máximo 12 alumnos y mínimo cuatro en el aula.

Yolanda Villalba, subsecretaria de la Zona 9 de Educación, comenta que docentes, alumnos y padres están en el proceso de acostumbrarse a este nuevo contexto. Los maestros han tenido que replantearse la forma en que enseñan. En algunos colegios cuentan con docentes auxiliares que están pendientes de la pantalla.

La mayoría de centros tiene jornadas de lunes a viernes, hasta las 15:30 incluso. En el Einstein, prekinder y primaria salen a recreos en horario diferenciado. Los demás lo hacen al mismo tiempo, pero manteniendo distancia a la hora de retirarse la mascarilla y comer. Las clases presenciales son de 08:00 a 12:30. El miércoles todo es virtual y ese día se realiza la desinfección de las instalaciones.

Grijalva destaca que encontraron que alumnos con aprendizaje lento y problemas para socializar están trabajando mejor en clases virtuales.

En otros colegios como el católico José Engling acomodaron cronogramas para que profesores destinen horas para enseñar exclusivamente a quienes asisten y otras, a los que se conectan desde casa, dice Cristina Donoso, directora académica. Hasta esta semana acuden 40 alumnos y completarán 172 hasta el miércoles. Cada aula recibirá hasta 10 chicos.

Si un profesor solo tiene clases virtuales no asiste al centro. Y si el horario es combinado y vive en Tumbaco, vuelve a su casa tras la jornada presencial. Para el resto habilitaron salones para las conexiones virtuales.

En el proceso de enseñanza-aprendizaje, señala Donoso, hay actividades para ambas modalidades: las asincrónicas, que se hacen los lunes.

Para sus clases virtuales con los niños de segundo de básica, la maestra Daniela Vivero utiliza videos. Los insumos, cree, permiten suplir visualmente la experiencia vivencial.

Con los chicos que van al colegio, señala, ella hace todo el trabajo, mientras que con el resto necesita más apoyo de los padres. Por ejemplo, en su nivel, a quienes acuden les toma la mano para guiarles en la escritura.

Gabriela Flores tiene dos hijos en el Engling. El lunes se reintegrará de forma presencial la de segundo de bachillerato, mientras que el otro, de octavo de básica, continuará virtualmente. Él, cuenta su madre, se ha vuelto más responsable por esta vía.

La Subsecretaria de Quito reitera que los planteles deben ofrecer las dos opciones a los padres. Y recuerda que la pandemia permitió que algunos acompañen más al proceso de aprendizaje de sus hijos. Sobre el pedido de la UNE, de que se apliquen pruebas PCR a todos los que vuelvan a clase, dice: ni los particulares lo han hecho. “Todos somos corresponsables, el aforo permitido es del 30%”.

Además del Engling y el Einstein, estas primeras experiencias de retorno progresivo en Quito viven el Pachamama, Alemán, Sek Quito y Los Valles y Emdi School. En uno de ellos, los padres que decidieron que sus hijos sigan estudiando en línea sienten que han quedado en desventaja.

Una de las madres le ha pedido a la profesora que hable más fuerte. Además, cuenta que su hija de segundo de básica y otros niños que están en modo virtual levantan la mano sin que se les haga caso. Piden que se dividan los grupos. En la misma situación está otro padre, quien contempla la opción de cambiar de colegio a su niña.

No es lo mismo dar una clase en línea que una presencial, recuerda la directora del Instituto de Enseñanza y Aprendizaje de la USFQ, Claudia Tobar. Una virtual, explica, requiere de otros elementos de atención, es mucho más corta y se usan solo algunos elementos curriculares.

Tobar cree que deben existir profesores encargados de clases en línea y otros de las presenciales, ya que se requiere destrezas diferentes. “Los colegios tendrán que elegir a los mejores profesores para dar clases en línea y para presenciales”.

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