Héctor San MartÃn Jordán
Desde Nicaragua, pasando por Venezuela hasta llegar a una Argentina sumida en inmensas dudas sobre la credibilidad y moralidad de los Kirchner, y obviamente por Bolivia, Ecuador, nuestros pueblos se ven enfrentados a la dura realidad de tener que discutir una ley que a todas luces busca coartar la libertad de expresión.
Y busca, también, coartar la existencia misma de la prensa libre e independiente como mecanismo de control a un Gobierno que se dice socialista, pero cuyos gobernantes van por el filo del fascismo con una ansia de poder total.
No dejan resquicio para la oposición y se sienten dueños y señores de la verdad absoluta. Ellos son los únicos que representan la democracia, a la Patria y sus nuevos valores.
Los librepensadores, los verdaderamente demócratas y socialistas en nuestra profunda forma de ser nos vemos tachados, ofendidos y humillados todos los dÃas y asfixiados por una propaganda que raya en lo absurdo al punto de presentar a una simpática y bien trajeada señora como beneficiaria del bono de la pobreza en uno de los cientos de ‘spots’ publicitarios con los que tratan de lavarnos el cerebro.
Se gastan USD 50 millones mensuales en comprar incondicionalidades y no se aprovecha esa alta suma de recursos para enseñar a pescar al necesitado sin necesidad de regalarle el pescado.
Pero hoy por hoy, lo verdaderamente importante es la defensa de la libertad de expresarnos más allá del temor y del miedo, que si no lo superamos será la lápida que sepulte nuestro derecho a disentir con el poder y sus detentadores de turno.
La prensa siempre ha sido una piedra que ajusta los callos de los totalitarios, de los abusivos, de los que se creen predestinados para ser dueños del paÃs como antes lo fueron otros.
¿Es que en algo se ha cambiado el formato del dominio total del poder? Creo que no y de allà la necesidad de acallar a la prensa y a quienes pensamos diferente.
Luchemos, hablemos hoy, que mañana será muy tarde.