En los campamentos informales -13 construidos en Pedernales- hay poco acceso a servicios básicos y médicos. Foto: Antonio Salazar / EL COMERCIO
Las moscas se pasean entre los trastos, un perro duerme cerca de los plátanos, un niño se baña a pocos metros de la basura. Son escenas que se repiten cada día y entre 1 000 personas que crearon campamentos informales luego de que perdieran sus viviendas a causa del sismo de 7.8 grados Richter.
El Ministerio del Interior maneja las cifras y señala que en esta urbe existen, oficialmente, 13 asentamientos de este tipo, donde el poco acceso a agua, luz, saneamiento, servicios de salud y seguridad son una generalidad.
José Serrano, ministro del Interior, aseguró que un objetivo a corto plazo es la reubicación de estas personas, debido a que por las condiciones son más vulnerables a enfermedades. Anteayer anunció la construcción de un albergue permanente para Pedernales, sobre un terreno de siete hectáreas y que funcionará en unos 70 días.
Según el Instituto Geográfico Militar, que asesora el proyecto, el albergue contempla un área para casas, zonas comunes y, al menos, 14 metros cuadrados por persona.
Estas noticias no han llegado a oídos de Telma Manzamba, de 70 años, y su esposo de 78. Ellos construyeron el refugio donde viven ocho personas, entre sus hijos y nietos. No hay letrinas ni luz ni agua potable. Alrededor de esta carpa hay otras cinco más, de las mismas características, en donde habitan familias de hasta 12 integrantes.
En los cantones afectados, el Ejército entrega kits de alimentos. Son bolsas de comida con arroz, atún, fréjol, agua, que supuestamente duran para cuatro días y para una familia de hasta ocho miembros.
En cambio, en los cinco albergues formales, administrados por el Gobierno, la población fluctúa entre 1 070 y 2 000 damnificados. Allí los niños han recibido terapia psicológica, las mujeres manejan una cocina general; hay luz, agua potable, atención médica y viven en carpas impermeables entregadas por organismos internacionales como la Oficina para los Refugiados de las Naciones Unidas.
Por otra parte, en el barrio Brisas del Pacífico, las carpas son sábanas estiradas y sujetas a palos. Los que tuvieron más suerte recibieron lonas y carpas de la ONG.