Algunos damnificados de Alluriquín no quieren abandonar sus casas tras los daños ocasionados por el desbordamiento del río Dama. Foto: Juan Carlos Pérez / EL COMERCIO
En el albergue del recinto ferial de Santo Domingo de los Tsáchilas los compartimientos donde permanecen los damnificados se dividieron con extensas yardas de sacos de yute multicolores.
Se los acomodó para atenuar la estancia de los afectados de Pedernales y Alluriquín, pero su fachada dista a la de una tienda de campaña o carpa, que se han visto en otros albergues del país.
Dentro del recinto dicen, dicen los damnificados, el ambiente es muy fresco y las particiones dan cierta privacidad en este refugio que acoge a 434 personas que perdieron sus casas en el terremoto del 16 de abril y en la creciente del río Damas, el 25.
Los efectos de ambos eventos devinieron en un inesperado incremento de personas que necesitan refugios porque perdieron sus casas y no tienen a dónde acudir.
Las autoridades locales advierten que esta situación hizo que los albergues empiecen a saturarse y de llegar nuevos perjudicados no se descarta un colapso de los siete lugares de acogida.
Gioconda Huerta, del Patronato municipal, refirió que en un principio se tenía previsto albergar a 300 personas en el recinto ferial, de modo que aún ofrece comodidades en la medida de la situación.
Sin embargo, agrega, no se les pudo negar el ingreso a las nuevas familias y otras siguen llegando, aunque para este caso se les pide que acudan a otros refugios.
El recinto es uno de los seis albergues que se montaron tres días después del terremoto del 16 de abril. También se tuvo que abrir uno adicional en la casa de acogida del movimiento Juan 23 para albergar a las familias de Alluriquín. En este hay unas 12 familias y aún hay espacio para otras 200 personas. En los otros seis la capacidad también está al límite.
Según el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), en Santo Domingo de los Tsáchilas hay 2000 albergados. Esa cifra corresponde a los lugares monitoreados por esa entidad, pero en los municipios de Santo Domingo y La Concordia se asegura que los afectados migrantes superan los 10 000.
El alcalde Víctor Quirola señala que las personas son tratadas con dignidad, reciben atención con alimentos, ropa y asistencia médica. “Se les ha puesto camas con colchones, toldos y espacios lúdicos para los niños”. El burgomaestre cuenta preocupado que los afectados no dejan de arribar a Santo Domingo por la proximidad que la provincia tiene con las localidades manabitas azotadas por el movimiento telúrico.
Desde Pedernales y Cojimíes, de donde han llegado la mayoría de afectados, la distancia del viaje es de dos horas. La representante del patronato, Gioconda Huerta, refiere que la provincia ya siente los efectos de la migración de los perjudicados de otras provincias y es necesario que la ayuda particular y pública no se descuide. Entre el 17 y el 24 de abril el MIES receptó 1469 donaciones entre alimentos, ropa, medicinas… Huerta indica que las donaciones han disminuido en un 50% y requieren que las personas no solo prioricen su espíritu solidario con los manabitas sino también con Santo Domingo.
Los sindicatos de obreros de Santo Domingo anunciaron que el 1 de mayo, por el Día Internacional de los Trabajadores, aprovecharán la jornada para realizar una cruzada de recepción de alimentos no perecibles. Ellos liderarán la iniciativa llevando productos y ropa pero harán un llamado para que otras personas se sumen. El miércoles 4 de abril acudirán a los albergues para entregar las donaciones. Mientras tanto, el Comité de Operaciones de Emergencias informó que la prioridad en este momento es atender los problemas causados por el río en Alluriquín, como evacuar los escombros y recuperar los cuerpos desaparecidos. La gobernadora Doris Merino manifestó que sobre la marcha se atienden las necesidades en los albergues.