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El arpa de Nicolás Caballero recrea la música popular del mundo

La artista quiteña Katrin Asinc abre en Guayaquil la muestra Geometría espacial, con obras en óleo sobre madera. Fotos: Mario Fausto / EL COMERCIO

La artista quiteña Katrin Asinc abre en Guayaquil la muestra Geometría espacial, con obras en óleo sobre madera. Fotos: Mario Fausto / EL COMERCIO

El arpista chileno Ernesto Guerra y el paraguayo Nicolás Caballero (derecha) ofrecen un concierto este viernes con la Sinfónica de Guayaquil. Foto: Gabriel Proaño / Para EL COMERCIO

El arpista paraguayo Nicolás Caballero dice que nunca pretendió abarcar tanto. La música popular es muy extensa, comprende todo el folclore del mundo. Pero en sus viajes por el orbe terminó tocando y recreando en sus composiciones el folclore de más de 50 países. El reto fue hacerlo “como si fuera nativo de cada país”.

El músico y compositor ofrece en Guayaquil charlas y conciertos, entre ellos un recital con la Orquesta Sinfónica de la ciudad con la que estrena 'Fusión de Amor', una obra inédita para arpa y orquesta, que incluye un pasillo ecuatoriano, un tema español, uno libanés y uno alemán.

La gala se realizará este viernes 5 de junio de 2015, a las 20:30, en el Teatro Sánchez Aguilar en Samborondón, con ingreso gratuito.

En el recital también actuará el chileno Ernesto Guerra, director de la Escuela de Arpa que funciona en el Museo de la Música Popular de Guayaquil.

“Es un lujo tener a Nicolás en Guayaquil y compartir escenario”, indicó Guerra. “A los tres años él ya tocaba el arpa, a los seis fue invitado a presentarse en el Vaticano. Es intérprete de 50 instrumentos, toca de memoria un repertorio amplísimo y es el autor de 8 000 temas para arpa”.

“Visité tantos países, me quede 15 o 20 días en cada uno. Y fueron suficientes para hacerme una idea de cómo era la música del lugar”, explica Caballero, que en principio fue un músico autodidacta. Se tomó la libertad de corregir y reinventar esos aires populares, pero “usando la misma simplicidad, porque había mucha belleza en ella”.

Entre los ritmos del mundo que más lo marcaron está la música árabe con sus cuartos de tono o la griega, con compases de 7x8, bastante más compleja del habitual 4x4.

Frente al regreso del arpa a las orquestas sinfónicas, el paraguayo afirma que es un logro del siglo XXI, porque el dispositivo de 37 cuerdas se convirtió en una “cenicienta” de la música clásica.

El arpa fue relegada por desconocimiento y también por limitaciones, explica. “En la orquesta el arpa viene a ser un piano. Pero no tenía semitonos, el equivalente a las teclas negras, entonces no se podían tocar muchos temas o había que evitar tocar notas que el arpa no tenía”, señaló Caballero. El estudio del instrumento y nuevas composiciones les han permitido a los arpistas superar esos obstáculos.