Gabriel Moyano durante el lanzamiento del libro ‘Contingencias. Modos de habitar. Disidencias’. Cortesía de +Arte.
El pasado sábado 27 de febrero del 2021, la galería +Arte realizó el lanzamiento del libro ‘Contingencias. Modos de habitar. Disidencias’. La publicación es parte de la celebración del V aniversario de la galería de arte contemporáneo fundada y dirigida por Gabriel Moyano.
El libro cuenta con textos de Ana Rosa Valdez, historiadora y crítica de arte, Eduardo Carrera, curador y gestor cultural y Ana María Garzón, historiadora de arte y curadora. Asimismo, tiene una selección de fotografías de las más de ochocientas obras que se han expuesto en la galería.
En un país donde el mercado del arte es casi inexistente, ¿qué la impulsó a abrir una galería de arte?
Salí de la universidad con la idea de hacer obra y lo primero que me pasó es que no encontraba un lugar para exhibir mi tesis. El primer local funcionó en Tumbaco. Mi idea inicial no fue tener una galería sino un taller. Con el paso de los meses me di cuenta de que había la necesidad de un espacio en el que se comercialice obra de artistas emergentes. En esa época, No Lugar estaba más enfocado a las residencias. En el 2016 abrí la galería en Quito, con el objetivo de trabajar, sobre todo, con los artistas que recién estaban comenzando.
¿No Lugar fue un referente para +Arte?
La gente de No Lugar siempre fue muy generosa con su conocimiento. Sin la guía de Pancho Suárez y Daniel Espinosa, de Pentasiete me hubiese sido muy difícil adquirir conocimientos que no están en libros y que solo los adquieres con la práctica. Para mí, también fue importante el trabajo que hizo Ileana Viteri. Hice mis pasantías en su galería. Fue un lugar en el que aprendí muchas cosas, entre ellas que no quería tener una galería que fuera tradicional, porque es más difícil que los nuevos públicos se acerquen.
¿Por qué +Arte sigue enfocada en mostrar la obra de artistas emergentes?
Todos los artistas que montaron su exposición durante los dos primeros años fueron estudiantes que presentaban sus tesis. Ahí me di cuenta de que me gustaba mucho ser parte del proceso de montaje. Muchas veces, con artistas de mediana o larga trayectoria no puedes tener esa cercanía. Me parece importante que los artistas que salen de la universidad tengan un espacio profesional para exhibir su obra. También creo que mantener la mirada puesta en los artistas más jóvenes permite que el medio artístico se mantenga al tanto de los intereses de las nuevas generaciones.
¿De qué están preocupados los artistas emergentes?
Cuando estábamos preparando el libro revisé el archivo de la galería y me di cuenta de que hay ciertas temáticas, materiales y colores que se repiten. Aparece mucho el tema del género y del cuerpo; los modos de habitar los paisajes; y el interés por experimentar con distintos materiales.
La exposición ‘Ciudad Modelo’ mostró que las galerías no son solo un espacio para la contemplación sino también para el encuentro, ¿qué es lo que más recuerda de esta muestra?
Creo que trabajar con Fabiano (Kueva) fue importante porque me ayudó a romper esa idea romántica que tenía de los artistas. Me gusta mucho el ejercicio que hace para mantener unas relaciones éticas con las personas, en los espacios en los que investiga. La gente de Solanda estuvo en la inauguración de la muestra, pero también se abrió una exhibición en la casa comunal de barrio. Asimismo, me sirvió para pensar cómo los círculos del arte son tan limitados.
+Arte también ha internacionalizado el trabajo de artistas ecuatorianos, ¿qué tan visible es el país en el exterior?
La primera salida internacional de la galería fue a la Feria de Lima, por invitación de la curadora Florencia Portocarrero. Me sorprendió el carácter comercial con el que se maneja el arte allá, porque acá es un aspecto que tratamos de dejarlo un poco escondido. Luego le propuse al Pancho (Suárez) y a la gente de lo que fue Violenta, en Guayaquil que vayamos a la Feria de Miami y armamos un pabellón de Ecuador. Más allá de que se venda o no la obra nos dimos cuenta de que era importante ser visibles en el medio, algo que no ocurre si nunca sales.
En el libro cuenta que en varias ocasiones ha estado a punto de cerrar la galería, ¿qué le ha impulsado a mantenerle abierta?
Acá una galería de arte no te da para mantenerte, sin embargo, lo que me mueve es el gusto de aprender con los artistas, porque cada uno es experto en lo que investiga. A veces son relaciones súper fugaces pero muy intensas. También siento que tengo la responsabilidad de seguir dando espacio a nuevos contenidos y reflexiones y, en el caso del libro que lanzamos, de crear un archivo, para que más gente se relacione con el arte contemporáneo.
¿En Quito las personas todavía tienen miedo de entrar a una galería?
Por la galería pasa bastante gente, muchas se paran, se acercan y miran, pero cuando les abro la puerta se van corriendo. Creo que acá tienen miedo de sentirse obligados a comprar, o a entender de entrada lo que están viendo. Justo el otro día una chica que entró, me dijo que quería ver la obra, pero no sabía qué hacer, entonces nos pusimos a conversar. Una galería es un espacio al que la mayoría de nosotros no está acostumbrada a entrar, a mí de niña, por ejemplo, nunca me llevaron a una, por eso cuando llega alguien trato de conversar y a través de conocer un poco sus intereses conectarla con la obra que exhibimos.