La cerradura de una puerta enrollable de un almacén de electrodomésticos. Fotos: Vicente Costales / EL COMERCIO.
Redondas, largas, pequeñas, de metal, con diseños o sin ellos, las cerraduras y las aldabas no solo son detalles que dan vida a las puertas. Son accesorios a los que pocos prestan atención pero que resultan indispensables.
En este ensayo fotográfico se busca mostrar algunos de los millones de picaportes que existen en Quito y que han sido testigos del día a día de la ciudad a lo largo de muchos años. Durante un recorrido entre coberturas de fin de semana, al fotógrafo le llamó la atención lo disímiles que pueden llegar a ser las cerraduras y las aldabas.
Cerradura en un local abandonado.
Aldaba rota de una puerta, reforzada con una platina.
Algunas no sirven más, otras han perdido la forma o sus mecanismos están rotos, aunque todas reflejan el uso y el paso del tiempo. En algunas de ellas, los detalles se han ido perdiendo por la gran cantidad de manos de pintura que se les ha puesto, bien sea para protegerlas o para engalanarlas.
Aldaba de una puerta de madera de una casa que conduce a un zaguán de piedra.
Para no afectar el diseño de las puertas, muchas de estas cerraduras quedaron como adornos o han sido arregladas. En las de madera se pueden ver las huellas de la utilización de las manijas en las líneas marcadas en forma de un semicírculo.
De esta puerta enrollable solo quedó la placa.
Puerta mixta (metal-madera) con argollas para candado.