Redacción Nueva Loja
Martha Agualongo tiene un negocio de víveres y limpia con afán su nuevo frigorífico que adquirió a crédito esta semana.
Tuvo que vender su anterior artefacto, porque el motor se recalentó y se quemó por los efectos de los apagones. Después de tres semanas volvió a vender leche, yogur y embutidos, pero ahora le preocupa pensar cómo pagará su nueva adquisición.
“Mi nuevo frigorífico me va a costar cerca de USD 1 000, aún no reúno dinero para comprar un protector de voltaje. Hasta mientras, toca desconectar los aparatos minutos antes de que nos corten la luz”, comenta.
De la misma manera, Patricia Bermeo se ha visto afectada en su negocio. Ella tiene un asadero en la avenida Del Chofer y asegura que desde que empezaron los cortes la clientela ha disminuido. “Pese a que nos quedamos a oscuras, no cerramos el negocio, porque la economía actual está difícil y no queda más que trabajar, aunque con velas”.
La avenida Quito, arteria principal de la ciudad, es el único sector que tiene un horario fijo de cortes, de 18:00 a 20:00. El resto de la urbe sufre apagones de entre dos y cuatro horas diarias, en diferentes horarios.
Para el ingeniero Pedro Merizalde, gerente del Consejo Nacional de Electricidad de la zona, el problema de los cortes es una consecuencia que se ha acarreado desde las anteriores administraciones.
“La falta de planificación y las trabas burocráticas para poner en pie los parques generadores son los principales inconvenientes”. Según él, el problema no se solucionará pronto.