La anemia aqueja a los niños de Chontapunta
La travesía del Napo por la parte alta del Tena se inicia en Chontapunta, una parroquia rural habitada por 8 721 personas, a la que se accede tras un viaje de tres horas por caminos empedrados, desde el Tena. Al recorrer sus calles lastradas y su plaza principal enlodada, una sensación de tristeza y desolación envuelven por el grado de abandono.
Tras cruzar el río en canoa está la comunidad San Alonso, donde la riqueza de la tierra contrasta aún más con la precariedad de la vida diaria de sus habitantes.
Ni la minería formal ni la informal, ni siquiera la explotación petrolera, han contribuido, de manera significativa a mejorar las condiciones de vida en Chontapunta y en toda la provincia de Napo. Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), esta región ecuatoriana registra un 70% de pobreza por necesidades insatisfechas y un 74% de pobreza por ingresos.
Marcia Tapuy, madre soltera, intenta consolar a uno de sus tres hijos, que se encuentra pálido y ojeroso. Sus ojos cafés grandes y pestañas largas se llenan de lágrimas. Con sus brazos se tapa su estómago inflado y vacío, luego de vomitar e intenta calmar el dolor que siente. Ella apenas puede escuchar y prefiere hablar en kichwa.
Se siente impotente al saber que su pequeño está con anemia al igual que los otros siete niños atendidos por una brigada médica del Ministerio de Salud Pública (MSP). La desnutrición crónica infantil es un problema recurrente que alcanza el 20% en menores de cinco años, en esta provincia.
Las comidas de Marcia y sus hijos se componen principalmente de plátano y yuca, los cuales se cultivan localmente. La proteína disponible, aunque no siempre, es el fréjol. Y hay días que no tienen nada en su mesa.
El 19 de abril del 2024, en su casa de madera café envejecida no había ni luz ni agua entubada. En esos casos queda el agua del río o de los esteros cercanos.
Marcia siente un poco de alivio al recibir los suplementos vitamínicos del MSP para sus pequeños, pues carece de empleo y no vislumbra un futuro prometedor ni en la minería informal, que resulta agotadora, ni en la agricultura.
Apenas el 10% de la población de la provincia tiene un empleo adecuado, mientras que el 80,6% trabaja en la economía informal.
Para Flor Mendoza, técnica de la brigada médica, en Chontapunta hay una apatía generalizada en mejorar por ellos mismos sus condiciones de vida. Pocos crían aves o cerdos para diversificar la dieta de sus hijos y que superen la anemia. No todos cultivan cacao. Para Flor sería fuente de ingresos, por el buen precio en el mercado.
Gladys Aguinda, de 42 años, tiene 11 hijos, tres abortos y, al igual que Marcia, admite que la falta de ingresos repercute en una dieta deficiente en proteínas. En su hogar, las diarreas, los vómitos y los dolores estomacales son comunes.
Metales pesados, por encima de lo tolerable
Los niveles de plomo de las muestras de sangre de las personas que viven en Chontapunta como de las otras tres parroquias están por encima de lo tolerable, a juzgar por esta primera exploración.
Una persona con una concentración de plomo en la sangre de 0,05 mg/l, según la OMS, debe identificar las fuentes de exposición y tomar las medidas para reducir y acabar con esa exposición.
Concentraciones de plomo en sangre de 0,05 y 0,1 mg/l se asocian a una serie de efectos, entre los que la OMS incluye deterioro del desarrollo neurocognitivo y de comportamiento en niños y enfermedades cardiovasculares en adultos. La anemia también puede ser una manifestación de la toxicidad del plomo.
Los valores de arsénico, hierro y zinc también se encuentran por encima de los valores referenciales, por lo que es necesario ahondar en los análisis y establecer las causas. Entre los efectos están los problemas gastrointestinales.
El río ha dejado de ser hace mucho tiempo una fuente confiable de agua y pescado, como lo eran las carachamas y los bocachicos. Marcia Tapuy, al igual que otras madres, es consciente de que el río está contaminado por los vertidos de la minería ilegal.
El uso del mercurio persiste
Los mineros arrastran los sedimentos y luego añaden mercurio líquido para que forme una capa alrededor de las partículas de oro. Luego, los microbios del agua y del suelo transforman el metal tóxico en metilmercurio, que acaba en el cuerpo de los peces.
Ecuador es signatario del Convenio de Minamata sobre el Mercurio, acuerdo firmado por 128 países para frenar o eliminar casi todos los usos del metal, incluso en la minería de oro artesanal y de pequeña escala. De esta forma se busca proteger a las poblaciones vulnerables. Sin embargo, este metal llega desde Bolivia y Perú, de manera informal, por el sur del país.
Según la Línea de Base para la minería artesanal y en pequeña escala de oro en Ecuador, desarrollada en 2018, al año en el cantón Tena se liberan 0,30 toneladas de mercurio al ambiente (agua, suelo, aire), en la pequeña minería . Mientras que con la minería artesanal sube a 1,24 toneladas.
Contaminación por desechos humanos
A este problema se suman los desechos y las heces humanas, no todas las familias tienen letrinas y defecan al aire libre. La lluvia arrastra los residuos al río. Como resultado, las enfermedades parasitarias y gastrointestinales son comunes en la consulta de Katy Romero , administradora del centro de salud del MSP.
De 1 884 hogares que componen Chontapunta, 1 267 declararon que su principal fuente de agua proviene del río o esteros, lo que representa el 67%. Otros 529 dependen del suministro gestionado por organizaciones comunitarias y el gobierno parroquial, esto es 28%.
929 hogares no tratan el agua del río de ninguna manera, mientras que otras 241 familias la hierven, pero esto no las protegidas de las disenterías, que son la tercera causa más común de atención.
Los niños, que representan el 42% de la población de Chontapunta, son los más vulnerables. La diversión la encuentran en el río Napo, que se mezcla con el río Anzu en su margen izquierdo.
Desde abril de 2017 hasta septiembre de 2023 se han visto afectadas 103,59 hectáreas por la actividad minera en el área de influencia del río Anzu, lo que equivale a 14 campos de fútbol estándar, según los monitoreos de Ecociencia y respaldados en imágenes satelitales.