En Guayaquil, jóvenes dialogaban en la pileta de la plaza Vicente Rocafuerte, el viernes pasado. Ella no usa mascarilla, que es obligatorio. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO.
¿Cómo saludar a los amigos del barrio?, ¿llevaré bien puesta la mascarilla?, ¿debo desinfectar el celular al regresar a casa?, ¿acepto o no ir a una fiesta?
El diseñador gráfico Jeshua Quimí responde estas interrogantes con sencillos pero contundentes dibujos. Son siete imágenes acompañadas por breves consejos, en un lenguaje fresco, que reflejan la cotidianidad de los jóvenes en medio de la pandemia.
“Las ilustraciones estuvieron listas antes de salir del confinamiento. Tuve que imaginar cómo sería el diario vivir porque no se podía hacer investigación de campo”, dice el diseñador. Opina que los jóvenes siguen las normas, pero más en los sitios donde les advierten que deben cumplirlas.
Los gráficos son parte de una guía de urbanidad en tiempos de covid-19, elaborada por alumnos y docentes de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol). El manual da recomendaciones según los resultados de una investigación más amplia sobre la percepción de riesgo frente al coronavirus, en jóvenes de dos universidades de Guayaquil.
Su objetivo es ayudarlos a generar un hábito de comportamiento, como explica Carlos González, profesor titular de la Facultad de Arte, Diseño y Comunicación Audiovisual. “Al considerar que no son la población más vulnerable, tienden a bajar la guardia”, señala. Aunque reconoce que los jóvenes son conscientes de los síntomas y aprecian a sus familias, pero es necesario buscar otra forma de transmitirles un mensaje de prevención.
En Ecuador, el 60,2% de los 158 270 casos confirmados de covid-19 hasta ahora se ha registrado en personas de entre 20 y 49 años de edad. Así lo reflejan los datos del Ministerio de Salud Pública (MSP).
El epidemiólogo Federico Cabrera aclara que el virus no respeta edades y que la severidad de su impacto depende, en parte, de cada sistema inmunológico. Pero, al representar el mayor rango de contagiados, esta población también concentraría una elevada cifra de asintomáticos, que puede infectar a otros sin saberlo.
A esto suma el efecto de la salida del confinamiento. “Hemos visto casos de jóvenes que se cuidaron durante la época crítica y ahora, cuando empiezan a salir, se están enfermando. El problema es que su círculo cercano, entre ellos personas vulnerables, también puede infectarse”.
Para conocer cómo miden el riesgo en la pandemia, investigadores de Espol siguieron el comportamiento de un grupo de usuarios de redes sociales, de entre 17 y 30 años, desde marzo hasta mediados de agosto. Y descubrieron que el contenido más compartido se relacionaba con supuestas curas naturales contra el virus.
“A través de grupos focales detectamos que asumían como válido ese tipo de información. Eso es un peligro porque muchos reconocieron que se relajan en los cuidados y salen porque luego recurren a infusiones de hierbas medicinales”, dice Paola Ulloa, docente investigadora de la Espol.
El estudio encuestó a cerca de 500 jóvenes. Los resultados revelan que, si bien usan mascarillas y mantienen el lavado de manos, conservar el distanciamiento social con sus amigos les resulta difícil.
La fase de aislamiento elevó además el tiempo de uso de redes. Informes de hace cinco años hablaban de un promedio de cuatro horas al día; ahora subió a ocho por la facilidad de acceso a Internet en casa para muchos. Eso incrementa su exposición a contenido no verificado.
Evitar reuniones en espacios cerrados, donde las partículas del virus pueden permanecer por hasta 13 horas en el ambiente; utilizar mascarillas el mayor tiempo posible y no salir de casa si aparecen síntomas, por mínimos que sean, son las recomendaciones del epidemiólogo Cabrera.
Estos consejos, al igual que los de la guía de urbanidad para tiempos de covid-19, seguirán vigentes al menos por un tiempo más. En sus primeras páginas, el manual recoge un fragmento de un estudio de Harvard que concluye que el distanciamiento social se prolongaría hasta el 2022.
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