El plan es analizar de forma periódica y continúa a los ejemplares hallados en las costas ecuatorianas. Voluntarios, biólogos e investigadores de la provincia de Manabí iniciaron un proyecto para estudiar los especímenes de pez remo.
Desde el 26 de julio, al menos cuatro de estos peces de profundidad fueron hallados por pescadores en las costas de Santa Elena, Manabí, Esmeraldas y Guayas. Y el Instituto Geofísico del Ecuador salió a desmentir que la aparición de esta especie en aguas poco profundas esté relacionada con sismos o terremotos.
El objetivo del estudio iniciado por la Fundación Racse, en cooperación con la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí (ULEAM) es conocer más sobre la especie y su hábitat. Además, intentar establecer por qué aumentó su avistamiento en superficie, pues viven hasta a 1 000 metros de profundidad.
Disección de pez remo
El domingo 31 de julio, en los laboratorios de la ULEAM, se realizó la primera disección del proyecto de investigación. Voluntarios de los portales de emergencias y fenómenos naturales, Movisis.live y Alerta Inminente, trasladaron un pez remo donado por pescadores desde Esmeraldas a Manta.
Se trató de un macho de 4,44 metros de largo, sin heridas o laceraciones evidentes que justifiquen su muerte. Los investigadores de RACSE y de la universidad realizaron la evaluación externa e interna del espécimen.
El biólogo José Vélez Tacuri, vicedirector y coordinador de investigación de la Fundación, dijo que se trató de un primer acercamiento a las características biológicas de una especie poco estudiada. Pero aún no se puede inferir si los cambios ambientales en el hábitat están provocando su desplazamiento o muerte.
“No tenía ninguna marca o herida de pesca que haya provocado la muerte. En el tracto digestivo encontramos un tipo de camarones”, dijo Tacuri. La relación de los peces con sismos se descartó en 2019 tras un estudio científico de investigadores japoneses que comprobaron que no existe relación de su aparición con eventos sísmicos, recordó el biólogo
Análisis genético
El espécimen encontrado en Esmeraldas tenía más de 12 horas de muerte, por lo que se analiza si el músculo del pez aún es apto para análisis genético. Se conservaron muestras. Y lo que sigue es realizar un monitoreo del ecosistema de estos peces. Pero para ello se requerirán análisis de isótopos de carbono que son de alto costo y se realizan fuera del país, por lo que la Fundación busca cooperación y financiamiento.
“Hay características del hábitat de estas especies que están variando por el efecto del calentamiento global, esto es lo que queremos demostrar”, dijo Tacuri, máster en ciencias del manejo de recursos marinos.
Hipótesis de hallazgos del pez en superficie
La literatura científica plantea tres hipótesis frente a los hallazgos del pez en superficie. La primera apunta que la debilidad los lleva a las aguas poco profundas, donde muere y luego se varan en las playas. La segunda es que se ven arrastrados por corrientes de surgencia. También se estudia si áreas más superficiales pueden ser zona de reproducción para los peces remo.
John Villota, director de movisis.live y Alerta Inminente, indicó que es importante encontrar las causas de la muerte de los peces para tranquilidad de la población, pues en ciertos casos la aparición de los peces coincidió con sismos.
“Algo muy raro es la gran cantidad de colágeno que tiene este pez en la cabeza”, dijo Villota, quien transmitió en vivo parte de la disección del animal. “El pez era macho y se encontró gran cantidad de semen en su interior, algo muy valioso para la investigación”. Eso vendría a reforzar la hipotésis de la reproducción en aguas menos profundas.
Villota, quien vive en Portoviejo, colaborará con el traslado de especímenes hasta los laboratorios de Manta. Tanto en redes sociales de la Fundación como de los dos portales sobre sismos se pueden comunicar quienes encuentren estas especies y estén dispuestas a donarlas.
Se requiere que los especímenes estén completos y almacenados en menos de 20 grados centígrados, después de su recolección, para continuar con los estudios. El nivel de conservación es clave para determinar en el futuro si cambios “químicos tóxicos” en las profundidades afectan a estos peces, agregó Villota.