Redacción Guayaquil
El pitazo del director técnico Juan Manuel Llop, a las 09:15, marcó ayer el inicio de la práctica de Barcelona. Cuando los jugadores lo escucharon dejaron las conversaciones y las bromas para empezar el entrenamiento.
Caminaron lentamente hasta el centro de la cancha. Algunos aún no terminaban de desperezarse. Se frotaron los ojos, bostezaron y estiraron los brazos antes de empezar con los ejercicios. Con los primeros minutos de trote alrededor de la cancha lograron despertarse. “¡Vamos, exíjanse más!”, les repetía constantemente el preparador físico Miguel Chacón.
Algunos caminaban en vez de trotar. Parecía una buena oportunidad para continuar con las pláticas que habían empezado en la puerta de ingreso al camerino principal del estadio Monumental. En ese lugar esperan todos los días el inicio de la jornada.
Durante 15 minutos dieron vueltas a la cancha. Luego vino el estiramiento respectivo antes de iniciar la práctica de fútbol.
Esta fue una opción más para volver a descansar. Hubo quienes aprovecharon para sentarse o acostarse en el césped, mientras el resto realizaba los ejercicios dispuestos por el preparador.
Llop esperaba a un costado de la cancha. Estaba concentrado en una conversación con su asistente Jorge Gabrich. Dos minutos más tarde el pitazo volvió a sonar y los jugadores, con la misma lentitud y desgano que antes, se congregaron en el centro de la cancha.
El técnico ya tenía escogido el equipo titular. Después de una conversación de tres minutos, Gabrich empezó a repartir los chalecos color naranja a los titulares y plomo a los suplentes.
El partido empezó, pero 20 minutos después la cancha quedó vacía. Todos fueron a un costado a tomar agua e hidratarse. El sol ya se hacía sentir en esta parte de Guayaquil, por lo que algunos jugadores buscaron una sombra.
El entrenamiento se reanudó cinco minutos después, una vez que todos los jugadores se habían hidratado. “Seguimos con la misma entrega que al principio”, les decía Llop, pero el cotejo no distaba de la realidad del equipo en el Campeonato Nacional.
El técnico canario se encontraba dentro de la cancha, pero su presencia pasaba desapercibida. Se confundía con el resto de jugadores, ya que su voz de mando no se escuchaba. Solo un chaleco verde lo diferenciaba del resto.
Llop y su cuerpo técnico se limitaron a observar el desempeño de los jugadores del primer equipo. “Vamos, corre, no dejes espacios”, se lo escuchó decir en los primeros minutos. Las instrucciones iban dirigidas al lateral Giovanni Nazareno. Pero, pese a que los errores eran constantes, Llop nunca detuvo estas ni otras jugadas para corregir táctica y técnicamente al equipo.
Continuó mirando la práctica con las manos cruzadas en el centro de la cancha. La jornada de trabajos duró hora y media, igual que las de las últimas semanas. Luego, los jugadores salieron del estadio.