Aunque era el penúltimo día del año, en el Centro Cultural Itchimbía aún sonaban villancicos, ayer en la mañana. La voz de los Pibes Trujillo interpretando el clásico Dulce Jesús Mío ambientaba la ceremonia en la cual se reveló el nombre de los ganadores del Concurso de Pesebres Artísticos.
Aún sin saber cuáles fueron los elegidos por el jurado y por los visitantes de la exposición, Sara Serrano analizaba el pesebre de Édgar Vásquez, donde María era una cajonera y José era ‘Taita Pendejadas’. La mujer alabó la obra. Dijo que le encanta que haya ese rasgo de identidad.
“El que haya personajes tan identificados en la ciudad es una forma de sensibilizarse de lo que tenemos, de nuestra cultura. Entonces, la celebración de la Navidad, que es universal, toma piso en Quito. Me encanta ver estos elementos de nuestra identidad, junto a los villancicos ecuatorianos. Es muy lindo”, dijo.
El pesebre que ella veía fue uno de los ganadores. Vásquez recibió USD 2 500 y un reconocimiento por su obra. El hombre contó que levantar este pesebre le tomó un año. “No me gusta que me ayuden, porque solo yo sé qué es lo que quiero plasmar”, afirmó.
A su lado estaba la pequeña Natalia Parra, de 6 años. Escuchaba la explicación del creador del pesebre. “Me gustó la señora, porque parece la Virgen, pero de Quito. Todo lo que está ahí hay aquí. Yo he ido al Panecillo y ahí está también. ¡Qué bonito!”, comentó.
Vásquez compartió el primer lugar con Paúl Fonseca. Él dedicó seis meses a armar un escenario que recreó el claustro de San Francisco y una parte del barrio La Ronda. Para hacer el pesebre se inspiró en la designación de Quito como Capital Americana de la Cultura 2011.
Por eso, las imágenes de Jesús y de María eran colages de obras de Miguel de Santiago, Caspicara y otros de la Escuela Quiteña.
Jesús y el Ángel estaban representados por imágenes con el estilo de las artesanías prehispánicas. De una de las paredes colgaba una réplica de un cuadro de Eduardo Kingman. Este pesebre contó con 3 500 tejas en miniatura. Es un trabajo de paciencia, pero Fonseca está acostumbrado. Todos los años elabora carros alegóricos para las fiestas de Quito y de otras ciudades del país.
Edwin Navarrete también visitó la exposición que estará abierta hasta el 2 de enero en el Centro Cultural Itchimbía. “Vimos en la prensa que eran pocos pesebres, pero quisimos venir. Me parecen lindísimos. Pero ese que está elaborado sencillamente en plastilina me parece muy especial”.
Se refería a la obra de Marco Rubio, que recibió una mención de honor del jurado y USD 1 000. Allí, los tres Reyes Magos estaban representados por un ponchero, un coquero y un cargador. En lugar de pastores estaban conocidos personajes contemporáneos como Ernesto Albán, Jaime Guevara, Carlos Michelena, un zanquero y “un guambra del Mejía”, según su autor. Él afirmó que le encantan las tradiciones de Quito, que cada vez son más, y que por eso se esmeró en representarlas.
El público le dio una mención de honor a la creación de Washington Jaramillo. Su pesebre estaba hecho en metal reciclado. El artista colocó a Jesús entre flores, colibríes y mariposas. “Quise reflejar que aunque el Niño se vea frágil, es el salvador del mundo”.