Gustavo Petro, al tercer intento, acaba de ganar la presidencia de la Colombia. Es la primera vez en la historia de la República que un candidato de izquierda (alianza Pacto Histórico) llega al Palacio Nariño. Pese a que en la segunda vuelta se hablaba de empate técnico, Petro obtuvo el 50,44% de votos. Una diferencia de 3,14% frente a su rival, Rodolfo Hernández.
Hay que tomar en cuenta que, en razón de que el voto en Colombia no es obligatorio, el nivel de abstencionismo generalmente ha sido alto. En estas elecciones el porcentaje de abstención bajó al 41,91%, el más bajo en los últimos 20 años. Acudieron a votar el 58,09% del padrón.
Pese a ser fundador y miembro de la guerrilla del M-19, algo que ha alarmado a buena parte de los colombianos, no se aprecia que su gobierno tienda hacia la extrema la izquierda, sino que adopte un modelo socialdemócrata o, como lo ha mencionado él mismo, progresista.
Ahora la pregunta es: ¿qué implica un modelo progresista? Petro ha hablado de 5 ejes. 1. Cambio del modelo económico, dando impulso a la reforma agraria y la producción agropecuaria; 2. Apuesta por la protección del medio ambiente y un cambio de la matriz energética; 3. Promover la equidad de género y la participación de la mujer en todos los ámbitos; 4. Cambios en el sector de la seguridad y defensa; 5. Reforma tributaria e impuestos a las grandes fortunas.
Muchas de estas reformas ya se han implementado parcialmente en algunos países de América Latina. Sin embargo, Colombia se ha quedado rezagada.
Habrá que ver si estas reformas y cambios que propone Petro tienen eco en el Congreso. El Pacto Histórico ha logrado varios escaños en el Senado y Cámara de Representantes pero no tiene una mayoría absoluta. Por ello tendrá necesariamente que dialogar y buscar acuerdos.
Petro tiene una oportunidad única: tomando distancia de los populismos autoritarios de izquierda, podría dar un giro positivo, siempre que se enmarque en el fortalecimiento de la democracia e impulso del desarrollo económico y social.