Es muy difícil que en América Latina exista otro caso similar a la administración de justicia en el Ecuador. Al no ser una función directamente representativa en ninguna instancia, por ley de gravedad termina atada en las manos del poder político.
Cuando parecía que los tiempos de las Cortes elegidas por cuentas partidistas en el Congreso habían terminado y que el folclórico caso de la ‘Pichicorte’ estaba sepultado, la reestructuración de la justicia nacida de la consulta popular le quita toda razón al pasado y se convierte en un caso extraordinario de la historia continental. Lo sucedido es posible simularlo en una un historia de fantasía que podría denominarse: ‘Historia de dos mundos paralelos: Ariel y Calibán’.
Por una parte existe una decisión popular, que mediante la pregunta 5 de la consulta fue seducida para que apruebe una extraña comisión Tripartita con las más amplias tareas de reestructuración judicial. Luego de nombrados sus integrantes, se solicita al Presidente de la República declarar un estado de excepción para que se destinen recursos extraordinarios -comprensibles en el orden tecnológico– pero que también incluyó la movilización de personas que están ubicadas en puestos de trabajo regulares.
Mientras en este mundo suceden estas formas platónicas en el mundo real suceden otro tipo de cosas. El caso de El Universo y del columnista Emilio Palacio no tiene parangón. Existen dudas razonables de que la sentencia de primera instancia fue elaborada fuera de las oficinas judiciales; la fecha de la segunda audiencia giró como un carrusel y el fallo de esta instancia, por mayoría, ratificó la extraña sentencia de primera instancia. En esta circunstancia es muy difícil pensar en un mayor cambio en la Corte Nacional de Justicia o en la Corte Constitucional. Es probable que por decoro existan modificaciones de forma y a lo mejor alguna de fondo, pero nada más.
La pregunta de fondo es cómo entender que existan simultáneamente dos sistemas donde la más cuestionada es la ética. Un caso tan paradójico recuerda una vieja historieta donde el héroe Superman rivalizaba con un monstruo de iguales facultades llamado Bizarro.
Si a esta situación del diario guayaquileño y su columnista sumamos la oferta de conceder a una banda de supuestos criminales la amnistía y no el indulto todo lo relacionado con la administración de justicia resultará caótico y lo más grave es que el pueblo ecuatoriano será el culpable pues votó por reorganización de la justicia bajo un procedimiento alejado de toda racionalidad y equilibrio. Daría lo mismo que el pueblo ecuatoriano vuelva a ser consultado y apruebe que elijan a los legisladores una comisión de cinco ciudadanos. Como se puede observar no hay límites para trastocar todo; máxime, si la mayoría popular no es experta en jurisprudencia ni en ciencia política.