La visita del presidente colombiano Juan Manuel Santos a Ecuador no ha podido ser más oportuna y acertada. Tras el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, las cuales se vieron sensiblemente afectadas meses atrás por el ataque de Angostura y la errónea posición mantenida hacia Ecuador por parte del ex presidente Álvaro Uribe, la visita de Santos a Carondelet representa un paso positivo.
Colombia ha sido siempre uno de los principales socios comerciales de Ecuador. Aunque actualmente mantenemos una balanza comercial negativa (en el 2010 nuestras exportaciones fueron de USD 793,1 millones frente a los USD 2 022,3 millones que importamos de Colombia, nuestras ventas en este año se han incrementado en el orden del 30%.
Si se toma en cuenta las limitaciones que representa para Ecuador el no tener tratados de libre comercio con Estados Unidos, Canadá y Europa, así como con otras zonas importantes como Asia-Pacífico, las ventajas que ofrece Colombia deberían ser aprovechadas aún más. A diferencia de otras regiones del planeta, a donde el Ecuador exporta principalmente productos primarios, los mercados de la región como Colombia ofrecen grandes oportunidades para productos industrializados que tengan mayor valor agregado.
Sin embargo, las relaciones entre Ecuador y Colombia no deberían supeditarse solamente al tema comercial. Hay otros que deberían abordarse en un muy corto plazo: seguridad fronteriza, combate al crimen organizado, tránsito libre de personas y desplazados, migración, refugio, entre otros.
Sobre esto último, las FARC y el crimen organizado no solo es una amenaza para la seguridad de Colombia. Lo es, del mismo modo, para Ecuador. Si se toma en cuenta que ahora las FARC no son eminentemente un grupo insurgente sino un grupo narcoterrorista (participa en la producción, procesamiento y comercialización de droga, financia sus actividades con el secuestro, extorsión, etc.), la posición del Ecuador debería ser distinta. No se trata de involucrarse en el conflicto colombiano sino de cooperar con Colombia para mitigar los efectos de esta amenaza. Los esfuerzos que puedan hacerse en términos de intercambio de información e inteligencia, operaciones conjuntas entre Policía y Fuerzas Armadas de los dos países, por ejemplo, podrían ser de gran utilidad.
Otro de los grandes problemas es la migración no controlada y el aumento del número de refugiados . ¿Qué ha hecho Colombia en este problema? Muy poco. Este tema, como otros, deberían ser motivo para que los presidentes se sienten y busquen soluciones definitivas. El clima de buena vecindad y cooperación mutua ayuda. Si así llueve, que no escampe.