Un escueto acuerdo mortuorio dio aviso de que había fallecido el profesor ‘emérito’ de la Pontificia Universidad Católica, padre Jorge Villalba Freire, de la Compañía de Jesús. Una extrema modestia que le era connatural, hizo que no fuera suficientemente conocida -ni valorizada- su obra, no obstante prolongada varias décadas, pero no fue este el caso de quienes lo tuvimos como profesor en diversos momentos de nuestra formación colegial o universitaria.
Villalba no era un inspirado expositor, pero sí representó ejemplo casi único entre quienes se interesan y afanan por los estudios históricos ecuatorianos. La originalidad de Villalba consistió en su tenaz obra de investigador, con una paciencia que bien podría calificarse de ‘benedictina’.
Mientras que sueltos de huesos y con grandes dosis de audacia, ha sido muy frecuente que los ensayistas de temas ‘sociales’ -entre ellos, sobre todo los históricos- se lancen a elaborar teorías, flojas interpretaciones, tesis peregrinas, especulaciones de la más variada índole, el religioso jesuita basó siempre sus textos sobre el suelo firme de los “documentos fehacientes”. Prefirió la calidad a la cantidad; la certeza de los instrumentos y hallazgos disponibles a la novelería y la vana superficialidad.
Para el propósito le sirvió la función que durante considerable tiempo se le había confiado como custodio del llamado Archivo Flores, incorporado al patrimonio de la PUCE. Tan es así, que el concurso del historiador serio se halla presente en libros que incluyen, el ‘Epistolario diplomático del presidente García Moreno’; la ‘Correspondencia del Libertador con el general Flores’; ‘José Joaquín de Olmedo en 1830, a través de sus cartas’; ‘Epistolario de Manuela Sáenz’; ‘Vicente Rocafuerte, Epistolario’ y otras obras análogas.
Bien pertrechado de datos, noticias, referencias no fue una improvisada sorpresa que Jorge Villalba se convirtiera de hecho en el más serio y confiable de los autores que hayan escrito sobre los dramáticos inicios de la fase republicana de nuestro país. El libro emblemático se tituló“El general Juan José Flores, fundador de la República del Ecuador”, editado por el Centro de Estudios Históricos del Ejército.
En el prólogo, el Director del Centro para la fecha, general Marcos Gándara Enríquez, puntualizó con indignación: Presentar la separación del Ecuador como el resultado de un solo acto unilateral y traicionero de Flores, “a más de completamente falso, es dar menguado y deshonroso origen al Estado ecuatoriano. Esta afirmación antipatriótica, sin fundamento alguno, es la negación de la Historia documentada y es tremendamente ofensiva para los ecuatorianos de aquel tiempo… Es irrogar tremenda ofensa a la Patria”. Contra el interesado torrente actual de mitos, falsedades y leyendas hay que oponer la investigación seria y reveladora. Villalba Freire fue en esta línea un ejemplo luminoso a seguir.