Que el Estado provea a todos los niños pobres del Ecuador de una computadora y asuma el costo de la Internet sería el subsidio más revolucionario e inteligente que en los actuales tiempos podríamos esperar. Los niños rurales del campo andino, de la selva amazónica y de nuestro litoral nunca verán una computadora personal si el Estado no le da como un medio fundamental de la educación de nuestros tiempos. Sin acceso a la tecnología se perpetuará su pobreza y jamás habremos hecho algo importante por incluir a esos niños en el conocimiento de este siglo, pues los educandos que no están en la tecnología de la información no están en nada.
Hay programas de producción de computadoras de nivel escolar que se fabrican en la India con diseños apropiados, con programas suficientes para los niños de hasta quince años, a precios menores que los del mercado convencional. Al Uruguay le costó menos de 200 dólares cada computador escolar. Muchos países demandan estos aparatos y por eso hay que hacer cola para adquirirlos. Incluso hay programas para ensamblar en los países receptores, lo que sería un importante ocupador de mano de obra, por la gran escala de producción.
En el Ecuador podríamos comenzar por regalar computadoras escolares a los niños de quienes reciben el bono solidario, mientras que a los demás niños de las escuelas fiscales se les puede cobrar la mitad de costo, es decir 100 dólares que podrían pagar sus padres en dos años con la planilla de la energía eléctrica, es decir menos de 5 dólares por mes. Incluso algunas empresas eléctricas que tienen cableado de banda ancha podrían usar esas instalaciones para facilitar el uso de la Internet a los escolares de educación básica.
Esto obligaría a los profesores a ponerse las pilas para seguir a sus alumnos en el aprendizaje a través de la Internet, lo que constituye el sistema más democrático para buscar talentos entre los niños pobres que no tiene ahora ninguna posibilidad de aprender a través de los medios electrónicos.
Es un programa que no cuesta mucho y que tendría financiamiento de organismos internacionales que ven en este tipo de educación la verdadera revolución social. Esto es “no dar el pescado sino enseñarle a pescar”. Incluso como el petróleo no es para toda la vida, con el aprendizaje por medios electrónicos el pueblo del Ecuador ya tendrá las herramientas y destrezas para trabajar en cualquier proceso moderno de producción, para no morirse de hambre cuando se acabe el petróleo.
El derroche que hace el Gobierno en propaganda y los gastos innecesarios deben suspenderse para financiar programas como éstos que hacen a lo fundamental del desarrollo humano, así como usar los excedentes actuales de los altos precios del petróleo.