¿Qué hay detrás de una lucha armada por la libertad? Las tropas se enfrentan en un territorio, pero detrás de esos ataques la vida de la sociedad no se detiene.
Desde la mirada de la Batalla de Pichincha como un enfrentamiento militar, las mujeres estuvieron presentes. Pero también la protagonizaron fuera del campo de batalla, en lo cotidiano. Fueron cuidadoras, proveedoras de alimentación y atendieron la salud de los soldados, entre otras cosas.
Lo detalla la profesora de la carrera de Historia de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), Viviana Velasco. Otras mujeres tuvieron el rol de informantes, señala. “Al buscar solo a las que combatieron se invisibiliza todo lo demás”.
También es necesario mirar su participación con enfoque interseccional, explica Velasco. No fue igual, dice, ser una mujer de la élite que una esclava; tampoco ser una indígena de una comunidad libre que una empleada de hacienda.
La docente indica que las primeras, por ejemplo, participaban en conversaciones importantes, en las que se tomaban decisiones y se planificaban acciones.
Menciona, por ejemplo, la Conspiración de Navidad, en 1808. También nombra a Manuela Cañizares, en cuya casa se reunieron algunos de los que conformaron la Junta de Quito, en 1809. Las acciones relacionadas con el evento del Pichincha se iniciaron en 1808 y se extendieron hasta 1824, recuerda.
Pero además de destacar el papel de las guarichas (cuidadoras de la vida), Velasco señala que hace falta hablar de las comerciantes y, por supuesto, aplaudir la valentía de las combatientes.
“Sin la mujer no habría existido el proceso de independencia”. Es una frase que varios historiadores han dicho, reitera la investigadora y miembro de la Academia Nacional de Historia del Ecuador, María Barrera-Agarwal.
Sin embargo, indica que las mujeres han sido las grandes ignoradas. ¿Por qué? Barrera-Agarwal señala que a los hombres de la independencia se les ha dado papeles heroicos deshumanizados. “La figura del héroe los aísla de la vida diaria y lo que las mujeres hacen resulta tan común y corriente, que no tiene ninguna importancia histórica. Esto influye en el modo en que se hace memoria”.
Mujeres en combate
En el contexto de la Batalla de Pichincha, las mujeres no podían participar en la actividad bélica de manera formal. Por esa razón, tres -de las que se conoce que estuvieron en combate- se vistieron y nombraron como hombres.
La historiadora Barrera-Agarwal señala que, recién con el centenario de la Batalla, se revisaron documentos, entre ellos una lista de héroes desconocidos, que se publicó en 1910 y reeditó en 1919.
En este último -editado en Colombia- se mencionó por primera vez a las ecuatorianas Nicolasa Jurado, Inés Jiménez y Gertrudis Espalza. Y en 1922, una versión editada en Ecuador fue una réplica casi exacta de la primera información.
Las tres “tomaron servicio vestidas de hombre, en Babahoyo, el 21 de agosto de 1821”, dice la evidencia histórica escrita. Usaron el mismo nombre: Manuel, con sus respectivos apellidos.
Según el relato, Jurado – a quien el general Sucre ascendió a sargento- quedó herida de gravedad y por eso se supo que era mujer. Jiménez combatió en Ayacucho, en donde fue condecorada y licenciada, al igual que Espalza.
La investigadora Barrera-Agarwal dice que hace falta investigación sobre esto, ya que toda la información de las tres mujeres se ha transcrito. Pero en Ecuador se investigó algo (ver recuadro).
Una lucha vigente
Frente a la ausencia femenina en las gestas libertarias, la exviceprefecta de Pichincha, Marcela Costales (†), realizó investigaciones. Su preocupación fue la hegemonía masculina y la mirada patriarcal de la historia escrita.
Su trabajo fue una guía para el artista visual Enrique Estuardo Álvarez, autor de la obra ‘Ideales de Libertad’. Esta se encuentra en El Trébol, centro de Quito y dio rostro a mujeres que fueron parte de la gesta libertaria, desde 1809.
Hace referencia, por ejemplo, a los primeros movimientos indígenas, liderados por Lorenza Abemañay (descuartizada).
También hay rostros de procesos posteriores como el de Manuela Espejo o Rosa Zárate (fusilada). Y están mujeres directamente relacionadas con la Batalla de Pichincha como Manuela Sáenz y Jonatás.
También se plasmaron los rostros de Rosa Montúfar, Antonia León, Rosita Campuzano, Baltazara Terán, María Manuela Ontaneda, Manuela Cañizares, Nela Martínez y Matilde Hidalgo.
Los rostros de esas mujeres tienen un aire contemporáneo, dice el artista. Por ello, sostiene que su presencia en la ciudad implica que las reivindicaciones sociales y de género permanecen vigentes.