El Presidente ecuatoriano está agregando palabras y conceptos en el léxico político. En su crítica a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos expresó que está “totalmente influenciada por países hegemónicos, por el oenegeísmo y por los intereses del gran capital”, en la primera plenaria de la 42 Asamblea General de la Organización de Estados Americanos en Bolivia, por invitación especial del presidente Evo Morales.
Aparentemente lo de “oenegeísmo” se refiere a la presencia de Organizaciones no Gubernamentales, que son contradictoras de pretensiones e imposiciones de los gobernantes, así como cuestionadoras de las omisiones, ocultismos e infracciones de los que ejercen el poder.
La intervención de Correa siguió a la de Morales, quien afirmó“para la OEA hay dos caminos: o muere al servicio del imperio o renace para servir a los pueblos de América”. Y siguió“En esta refundación de la OEA es importante la reorganización de la jurisdicción de la Comisión Interamericano de Derechos Humanos (CIDH) para la supervisión de los derechos humanos, no solo en la región sino en Estados Unidos”. Y fustigó, “Si la Comisión Interamericana de Derechos Humanos no quiere velar por los derechos humanos en Estados Unidos, mejor que desaparezca”.
Es verdad que la OEA siempre fue vista por la izquierda latinoamericana como un brazo ejecutor de los gobiernos de Estados Unidos de América. La expulsión de Cuba, el 31 de enero de 1962, agudizó la contradicción y llevó al calificativo que marca la visión de la izquierda contra esa organización: Es el Ministerio de las Colonias del gobierno imperial.
A más de medio siglo de esa expulsión, lo rescatable de la Organización ha sido el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, la Comisión y la Corte, fortalecido con la Convención Interamericana sobre Derechos Humanos – Pacto de San José de Costa Rica- por haber significado el apoyo moral y jurídico a los luchadores sociales y políticos contra las dictaduras y los gobiernos títeres de la región, y la vía de condena a los gobiernos violadores de tales derechos, estableciendo el resarcimiento de los perjuicios que sufrieron las víctimas y sus familiares, demostrable en casos en que asumieron su conocimiento en el Cono Sur y en Centroamérica, también respecto al Perú y al Ecuador.
Y aun cuando EE.UU. no se ha sometido a la Convención Americana, la CIDH, sustentada en principios de la Organización, ha cuestionado severamente al gobierno norteamericano por abusos cometidos en la Base de Guantánamo, contra prisioneros extraídos de los países asiáticos en que ha intervenido.
¿El Sistema Interamericano de Derechos Humanos debe someterse en forma hegemónica a los gobernantes de la región? o ¿debe tener independencia?
¿Qué piensa lector?