Hugo Chávez tiene por delante un largo y duro camino de seis años. ¿Es su momento de triunfo, su hora de la victoria?; no , es su momento más complejo, su hora más difícil.
Su problema es que ahora acaba de ganar una elección y debe empezar a gobernar. No importan los catorce años anteriores. Como en los banquetes, nadie se acuerda del plato anterior; las expectativas están en el siguiente.
A Chávez le puede pasar como a muchas de las democracias que emergieron tras los regímenes militares a principios de los ’80. La gente creyó que con la sola restauración democrática y con el retorno de la libertad llegaba la solución a todos los problemas y que de un día para el otro se acababa con los agobios económicos y que casi por arte de magia y por el simple efecto de la mención de la palabra democracia se ingresaba a una era de bienestar. Ese fue el mayor escollo con que se enfrentaron los partidos históricos y tradicionales en los distintos países latinoamericanos que asumieron responsabilidades tras las dictaduras. Quizás muchos no estuvieron a la altura, quizás ya no estaban preparados para ese nuevo tiempo, pero sin duda era muy difícil luchar contra fantasías y expectativas sin ningún fundamento y enfrentar y dar satisfacciones inmediatas a ansiedades y urgencias desmedidas. Además, no los ayudó el contexto ni tuvieron suerte; el contexto y la suerte que sí acompañaron luego a varios de los gobiernos neoprogresistas y populistas que los sucedieron y fueron bien recibidos por pueblos que se sentían dolidos y con bronca.
Se espera mucho de Chávez. Los catorce millones y medio de venezolanos que votaron, por él o por Capriles, esperan que comience a gobernar. Algunos hasta sueñan con que seguirá entregando vivienda o aumentando salarios como lo hizo en las últimas semanas y ese ya es uno de sus problemas. Pero sin duda todos esperan que ahora haga lo que deba para que Venezuela deje de ser uno de los países más violento, más inseguro y más corrupto del mundo, con la inflación más alta de América y que pese a tener las mayores reservas petroleras de la tierra tenga un nivel de pobreza altísimo. La gente espera que no haya desabastecimiento, que se terminen los apagones y está aburrida de los discursos insultantes contra la oposición y la censura de prensa y ataques al periodismo. Esto ya no da resultado. ¿Qué va a hacer? ¿va a salir a perseguir o va a matar a esos 6 millones y pico de venezolanos?
Ya hasta la gran mayoría de los venezolanos que votaron a Chávez deben estar cansados de tanto antiimperialismo, tanto complot, y que siempre haya que andar cazando enemigos de la patria, y piensan que ahora en estos seis años debería ocuparse de gobernar y sobre todo para resolver los problemas de los venezolanos.
No es un paquete fácil de cargar. Chávez ganó, y ahora, a gobernar.