Es lugar común decir que Ecuador posee una economía “abierta”, por su comercio exterior representar una fracción significativa del Producto Interno Bruto (PIB). Pero por dos razones este criterio no necesariamente refleja la “apertura” de la economía ecuatoriana.
Primero, porque buena parte del comercio exterior del Ecuador está vinculada directa o indirectamente al petróleo, lo cual distorsiona las cifras mostrando una economía más interconectada comercialmente de lo que es en realidad.
Segundo, porque para entender si un país tiene una economía verdaderamente “abierta”, es necesario mirar mucho más allá de su intercambio comercial y plantear otros aspectos como: ¿Existe una gran presencia local de inversiones e inversionistas extranjeros? ¿Con qué facilidad fluyen los capitales desde y hacia el país? ¿Qué tan integrados están los mercados financieros locales con los del exterior? ¿Existen restricciones formales e informales al comercio de productos y servicios? ¿Qué tan altas son las tarifas y aranceles? ¿Hay acuerdos comerciales y de inversión vigentes?
El Instituto Suizo de Economía calcula, anualmente, un Índice de “Globalización Económica” que, además del intercambio comercial, evalúa los flujos de Inversión Extranjera Directa (IED) y de capitales financieros, así como las restricciones -directas o indirectas- al intercambio de bienes, servicios y capital desde y hacia un país.
En el Índice 2012, Ecuador figura en el puesto 122 entre las 148 economías evaluadas. Dentro de la región países como Chile y Perú ocupan posiciones privilegiadas en los puestos 19 y 49 respectivamente, mientras que países como Argentina y Venezuela se ubican incluso detrás de Ecuador en los puestos 126 y 136, respectivamente.
Debido al acelerado proceso de globalización de las últimas décadas, la mayor parte de economías de la región se han vuelto más “abiertas”, pero con diferencias importantes entre los países. Las economías de México, Perú, Brasil y Colombia han continuado “abriéndose” o, al menos, han mantenido un nivel relativamente alto de apertura económica. Mientras Ecuador, Venezuela y Argentina, han revertido la moderada “apertura” que alcanzaron en décadas pasadas y se han vuelto economías cada vez más “cerradas”.
Las políticas públicas implementadas en Ecuador en los últimos años no han estado precisamente dirigidas a “abrir” su economía. Los controles a las tasas de interés, las restricciones a los flujos de capital y a las inversiones en sectores “estratégicos”, las barreras formales e informales al comercio de productos y servicios, los conflictos con inversionistas extranjeros y la denuncia de tratados de inversión, así como la renuencia a participar en procesos de integración comercial y financiera, casi garantizan que la economía ecuatoriana se mantendrá“cerrada” por algunos años más.