¿Para recuperar el tiempo perdido es mejor hacer en un año lo que es para 10? Sí, se puede, hace quedar bien a las promesas y lucirse en el momento. No, si se busca cambios duraderos, con eficacia social. Pues, los humanos, ni buenos ni malos, somos seres sociales y como tales tenemos tiempos, ritmos; convivimos con los demás, necesitamos razones propias para actuar, compartirlas también, sabernos parte de un conjunto; dependemos de los demás y los demás de nosotros. Eso implica que los cambios funcionan si se vuelven causa, son apropiados por cada cual; convertida en propia la propuesta, las personas están dispuestas al esfuerzo, a aportar de sí, a promocionar la causa, y no se reduce al deber a obedecer, a un plan ajeno.
Los cambios necesarios, si además de tener buenas ideas e intenciones, por urgentes, resultan aún más válidos si son concebidos en procesos; ese encadenamiento de hechos, acciones y fenómenos que se complementan, se refuerzan, uno prepara el paso siguiente e invita a profundizarlo, motiva a la creatividad. Lo hecho es propio a todos. En este caso, los objetivos que se vuelven compartidos, se acompañan de la indispensable flexibilidad, pues algo que es compartido facilita ver lo conveniente mantener, potenciar, redefinir o abandonar, ya que no será la malicia la predominante sino la buena fe.
A los importantes y necesarias reformas en educación, les falta sentido de proceso. Otra vez, buenas intenciones se vuelven voluntariosas definiciones que requieren ser obligaciones, y llevan a una lógica de imposición y control. Pretender que se refunda todo lleva a esta idea que sólo el decidor sabe lo que conviene, los otros no, al contrario hay que protegerse de ellos, no entienden el cambio, defienden intereses, están desprovistos de sentidos, más vale acorralarles a que no les quede sino la obediencia. Esta lógica reiterada lleva a lo contrario de lo conveniente, al desentendimiento de lo que se hace, a vivir lo impuesto como fatalidad hasta cuando el controlador de hoy no esté, cambiar todo, volverlo inútil.
Exigir que los profesores universitarios tengan doctorado es indispensable; que sea en 5 años es un contrasentido, no es viable, menos para todos. ¿Con qué recursos, a qué costos, con qué consecuencias, para quién, en dónde? Falta la idea de proceso. Mejor valdría un doctorado obligatorio para el nuevo contratado; exigir a los de menos de 40 que lo hagan, pero los otros, sería más sensato que terminen su carrera, después de todo un doctorado no es el fin del mundo y no hace lumbreras, la experiencia vale más. Cambiar el pasado como se pretende es magia, lleva a que ante la exigencia alguien lucrará ofreciendo doctorados de bolsillo, ya hay tantos, inútiles, hará más falsa a la universidad, más tramposa aún con falsa modernidad; pierde la sociedad.