Le ha tomado todo el primer año de gestión al Ministro de Finanzas preparar las finanzas públicas para que sean compatibles con lo pactado con el Fondo Monetario. Recién la semana pasada el Fondo aprobó el avance del programa durante 2021.
Mientras el FMI revisaba las cifras, el presidente Lasso, quien considera que el subsidio debe de existir solo para el gas y no para los otros combustibles, por razones políticas debió suspender el alza mensual de precios que dejó montado el presidente Moreno. Punto en contra. Resulta que el Fondo Monetario insiste, correctamente, que el subsidio a los combustibles debe reducirse sustancialmente, porque beneficia a tirios y troyanos, hasta a los narcos, a diferencia de los bonos que son subsidio directo a los más necesitados.
Las autoridades compensaron ese retroceso con una ambiciosa alza tributaria, creando nuevamente un impuesto temporal al patrimonio y elevando la carga del impuesto a la renta, que recae más fuertemente entre quienes ganan entre USD2 mil y USD4 mil mensuales. Queda una nube sobre esa reforma, que es la insistencia de la nueva mayoría legislativa de derogarla. Aunque en el caso improbable que llegase a ser derogada, no impide la vigencia de los impuestos en 2022. Punto a favor.
A la reforma tributaria acompañó una primera tanda de reformas estructurales, pero hoy la perspectiva de continuar con tales reformas es mínima ante la mayoría beligerante que toma control de la Asamblea. La reforma estructural queda trunca. Otro factor negativo en la contabilidad del Fondo.
A la postre, el FMI tomó en cuenta que la voluntad de ajustar está ahí, pero que Ecuador es una democracia con una legislatura disfuncional que suele ser renuente a toda cooperación que no sea demagógica. Por lo que aprobó las cifras económicas a diciembre. Estamos al día.
El Fondo lanza el mensaje a la comunidad internacional que el Ecuador va por el buen camino para remediar los garrafales errores de la década anterior, y se enfila a un futuro mejor.