La banda de la Marina y su coro cantan villancicos. Es una entidad estatal. El municipio de Quito, otra entidad estatal, nos ilumina con imágenes religiosas, justifica que son parte de la tradición. Varias entidades públicas hacen novenas. El Presidente, en tanto gobernante de todos, no el ciudadano R. Correa en su vida privada, reza la novena como parte de la tarea pública, como acto gubernamental, así lo difundió un sábado.
Pero una cosa es defender un arte o la tradición y otra promover la religión, ahora se las integró. La Navidad sirvió para darnos la imagen de que la religión es arte y tradición, que todos somos religiosos o deberíamos serlo y no sutilmente se promovió el acto religioso, se privilegió el rito y con este la creencia. Si eso hace el creyente común no sería problema, pero los electos y los medios del Estado no son el común. Se pierde la base del laicismo, la independencia del Estado ante las religiones.
Analizar el tema religioso suscita incomprensiones. Pero tras de religión y Estado se tiende a anular el laicismo. Este nunca está definitivamente adquirido, requiere ser ratificado. Es difícil ser laico y creyente. Pocos comprenden que su credo no tiene por qué imponerse al vecino ni que el creyente, en un puesto público, use bienes, potestad y símbolos de autoridad para promover su fe, aunque esta haya sido del pasado común. ¿Los no católicos y los no creyentes, cómo están representados en este acto religioso gubernamental? Esta clásica interrogante busca recordar que el dogmatismo puede acabar con la libertad de cultos y el derecho de los no creyentes.
Ecuador pierde su afán de búsqueda del mundo alternativo que, de izquierda o de derecha, partía de un humanismo y quería un sistema político que lo encarnara; unos lo llamaban republicano, otros liberal humanista, otros socialista democrático o algo similar, pero en los hechos cada vez nos encaminamos a un “garcianismo moreno” del siglo XXI. Cuando la razón pierde el sentido de la exploración y del pluralismo, reinan rito, creencia y salvadores. No sorprende que varios quieran encerrar y controlar a los que no piensan igual, otros se encierran en su mundo de apatía y buena parte prefiere ser guiada por la voz de certeza de los guías que priman en este contexto de sinrazones. Sutilmente los actos de Estado y de gobierno se vacían de razones y se llenan de certezas absolutas, de creencias. O eres parte o no eres.
Qué peso de conciencia les espera mañana a los que, sabiendo del valor de la razón, empujan a este mundo y prefieren el silencio en nombre de la eficacia del poder para modernizar un Ecuador que va al conservadurismo orgánico. Despolitización y creciente religiosidad van juntos. La ausencia de debate sobre tesis, proyectos de sociedad van junto con la reducción de la política a la gestión y al rol del “líder”.