La versión oficial asegura que el presidente Rafael Correa cuenta con el apoyo del 80% de los ecuatorianos. Esta publicitada cifra merece alguna duda porque las diferentes encuestadoras plantean diversas preguntas y obtienen resultados muy diversos. No es lo mismo preguntar si apoya la gestión del gobierno, si le cree al presidente, si le parece una figura popular o si votaría nuevamente por él. Aun tratándose de la misma pregunta, los resultados varían entre el 80 y el 45% de adhesión.
No se trata de relativizar los resultados de las encuestas sino de preguntarse ¿por qué un gobierno que dice contar con el apoyo del 80% de los encuestados, se muestra tan nervioso e inseguro? Pudiera significar que tiene dudas de dato, que le inquietan las discrepancias entre encuestadoras o que, creyendo en esos datos, piensa que pueden ser efímeros.
Si el gobierno creyera en las cifras que exhibe no habría cambiado la fórmula de distribución de escaños, no habría “sugerido” al Consejo Electoral que cambie la fecha de los comicios para evadir la prohibición legal de realizar cambios un año antes de las elecciones; si estuviera seguro, no habría legislado, mediante el veto presidencial, restringiendo la información durante la campaña electoral; no habría iniciado la campaña electoral con tanta anticipación, no limitaría el derecho de los indígenas a la protesta, ni calificaría una marcha como desestabilizadora; no llamaría a sus partidarios a realizar contramarchas, ni derrocharía en publicidad para desacreditar a los organizadores.
También cabe preguntarse ¿qué calará más entre los ecuatorianos, la seguridad del 80% de apoyo, o la inseguridad que revelan la publicidad, y el discurso alarmista? Pudiera ocurrirle al gobierno lo que le pasó a la hiena. La broma relata que la hiena, cansada de los maltratos del león, acude al elefante y le propone que, siendo el animal más grande y pacífico, debería protegerle de los ataques del león. El elefante ofrece darle protección y la hiena, prevalida, exagera el descuido y hasta se burla un poco del león y lo que obtiene es una paliza en las narices del elefante.
Cuando la hiena, magullada, revolcada y aruñada le reclama a su protector, el elefante le dice: “como te reías, yo creí que estabas ganando”.
El pueblo ecuatoriano, pacífico y gigante, puede creer que el gobierno “está ganando” y confiado puede dejar que sólo los incondicionales voten por el candidato oficial.
La oposición puede creer que tiene, en realidad, el apoyo del 80% y correr tras la idea de un candidato de unidad, y el partido de gobierno, aunque crea en la cifra oficial, no olvidará lo que pasó en la consulta cuando decían que ganarían 70 a 30 y se reían de los adversarios, hasta que aparecieron en la campaña factores fuera de control que mostraron cuan volátil puede ser el apoyo político.