Los ecuatorianos, en incontrastable realidad, somos una mayoría, un colectivo de personas honestas, amantes de nuestro país, anhelantes de vivir en un ambiente de respeto, igualdad y afanosos por alcanzar una justicia económica , política y social, en un medio de paz, tolerancia y democracia.
Aspiramos, en consecuencia, a que los ingresos y las propiedades se distribuyan equitativamente, de tal manera que las brechas que separan a los poseedores de grandes fortunas sean cada vez más cortas, en su relación con los grupos preteridos y pobres. Propulsamos la utilización racional y plena de los recursos naturales y una dependencia externa controlada, que genere beneficios al país.
Si la consecución de estos objetivos, está revestida de tres vínculos fundamentales: honradez, democracia y armonía, habremos articulado una justicia social con libertad y concretado la ideología más adecuada para solventar las necesidades e intereses populares y sumir en el desuso a las políticas decadentes que han creado pobreza, marginalidad y exclusión.
Honradez en la administración, contratación, adquisición de bienes públicos y en el fortalecimiento y sujeción a los organismos de control; democracia, basada en el absoluto respeto al ámbito y naturaleza de cada poder del Estado, sin mancillar, mediante el apoderamiento despótico, a la conciencia legislativa, ni influir, a través de designaciones y amedrentamiento a tribunales y jueces, en sentencias y decisiones judiciales; armonía, sustentada en la tolerancia y sujeción a las libertades, a las ideas y a la expresión hablada y escrita, concordante o discordante, sin colmar el ambiente cotidiano de ultrajes, injurias, ni de incesantes e insidiosas proclamas divisionistas, originadoras de un peligroso odio social.
La experiencia histórica ratifica la trascendencia de esta doctrina, con la recopilación de múltiples logros del único gobierno social demócrata que dirigió al Ecuador desde 1988 y culminó un período caracterizado por respeto a la Constitución e instituciones, enorme prestigio internacional, una fortalecida unidad nacional y muchas obras y acciones que culminaron con un reconocimiento y aplauso general al presidente, cuando entregaba el mandato . Es la demostración de que el espacio que ocupó esta filosofía no está, ni estará vacío y que no podrá ser ocupado por movimientos, partidos, o individuos ansiosos por usufructuar del oportunismo y la ambición; unos quebraron principios y establecieron pactos con tendencias totalmente opuestas al ideario social demócrata, otros trataron de apoderarse insensatamente de las estructuras, por ellos debilitadas, dejando a un lado el ideario y objetivo central : democracia con justicia y libertad. La crisis de la ID será superada por gran cantidad de ecuatorianos fieles a los principios de transformación y mentes nuevas en defensa de los intereses populares y de una auténtica justicia social.