Me dijeron que en el reino del revés, nada el pájaro y vuela el pez. Que el derecho a la resistencia, consagrado en la Constitución, era una herramienta de reclamo para los ciudadanos frente al poder. Pero ha sido una herramienta para los gobernantes, ministerios y funcionarios para defenderse de unas poquitas minorías –bien minorías y bien poquitas- de ciudadanos descontentos.
En el reino del revés la minería a cielo abierto ha sido maravillosa (porque somos mendigos sentados en un saco de oro, lo que pasa es que son necios y no entienden los que protestan) a cargo de los chinos y la tecnología de punta, pero hubiera sido un desastre total a cargo de los gringos, representantes de las transnacionales (tengan o no tecnología de punta), por tanto, ha sido de agradecer.
En el reino del revés los antiguos defensores de derechos afirman que ser subversivo es planificar protestas, dibujar pancartas o hacer manifiestos y no pertenecer a ningún movimiento, aunque en la Constitución garantice el derecho de hacer protestas, marchas y también garantice el no pertenecer a ningún movimiento.
En el reino del revés nada el pájaro y vuela el pez. El que ofende es ofendido y el que insulta, insultado. El que denuncia, miente. En el reino del revés el Día de la Mujer se celebra con consignas machistas de “ganaremos cuatro a cero”.
En el reino del revés en la prensa no corrupta, es decir, en la prensa oficial, un periodista se inventa una entrevista y…¡le pillan! ¡y rectifica! Si el medio oficial rectifica, menos mal, ha cumplido con la transparencia y con los ciudadanos. Si el medio privado rectifica, es solo una muestra más de la ignorancia, atrevimiento, mentira y desgracia de los corruptos periodistas.
En el reino del revés si alguien ha metido droga en una valija diplomática, ha sido culpa de la prensa por curiosa y por meterse donde nadie la ha llamado.
En el reino del revés el Cordero ha sido como el Lobo. Y el lobo, como el Cordero. La bruja ha sido hermosa y la princesa, bien fea (además de pelucona, claro).
En el reino del revés la oposición es tan unida que, en lugar de pensar en un candidato, cada organización piensa ya en poner al suyo.
En el reino del revés un puente de 80 millones une a una ciudad de 80 mil habitantes con un poblado de 200 en un camino vecinal. Se arma la polémica taurina pero no se arma polémica alguna en un circo de pueblo cuyas estrellas son niños de entre seis meses y 14 años, que debieran estar estudiando amparados por los derechos de los niños y niñas y por los códigos de la niñez y la adolescencia.
En el reino del revés, menos mal, es más divertido. Lo normal sería el aburrimiento total. Al menos vivimos a tope de adrenalina.