Durante esta semana, el escenario electoral aumentó su temperatura con la aparición de nuevas candidaturas y precandidaturas presidenciales, muchas de ellas derivadas de la matriz original de Alianza País. Gustavo Larrea, Alberto Acosta, Lourdes Tibán, se posicionan ahora como alternativas al gobierno y tratan de diferenciarse de los rasgos más autoritarios del régimen.
En el entendido de que la campaña electoral debe ser el espacio para debatir la realidad política del país, es importante analizar el rol que han jugado estas facciones en la configuración del régimen de Alianza País. No se trata de descalificar a posibles contendores del gobierno y debilitar con ello a la oposición. Se trata de analizar con apertura y pluralismo elementos de la historia reciente y sacar conclusiones que permitan identificar con claridad el modelo político de la revolución ciudadana. El autoritarismo del régimen no obedece solamente a las características del liderazgo de Rafael Correa, este tiene una clara derivación en el modelo político diseñado en Montecristi y en cuya configuración estas facciones tuvieron un rol protagónico.
Por un lado, Alberto Acosta fue fundamental en dotar de contenido al ideario político del Gobierno, principalmente con temas vinculados al ecologismo y al rechazo a la profundización de la matriz económica extractivista. Pero a su vez, no se puede soslayar su responsabilidad sobre un proceso constituyente que debilitó la autonomía de los poderes del Estado y propició aquello que hoy se denosta: el carácter hiperpresidencialista del régimen.
Por otro lado, Gustavo Larrea se posicionó rápidamente en el régimen como el gran estratega político que logró maniobrar con las fuerzas afines al gobierno, para descalificar y disolver instituciones como el Congreso y el Tribunal Constitucional, acciones que posibilitaron la convocatoria a la Asamblea de plenos poderes. Por su parte, el Movimiento Pachakutik fue un actor central en la deslegitimación del régimen democrático y en el posicionamiento de la tesis refundacional; ambas líneas contribuyeron a la desinstitucionalización y a la introducción de experimentos de democracia directa, como el llamado quinto poder de muy dudosa institucionalización.
Estas fuerzas en su afán por acabar con la partidocracia y salir de la ‘larga noche neoliberal’ terminaron por desbaratar el principio de división, independencia y autonomía de los poderes del Estado; la excesiva concentración del poder estatal a su vez ha derivado hacia un modelo económico rentista y dependiente de la extracción de materias primas. Es en estos aspectos programáticos donde estas fuerzas deberán demostrar que en efecto son una alternativa al régimen del cual fueron sus cofundadores.