En días pasados, el Presidente de la República insistió en la necesidad de disminuir y simplificar los trámites burocráticos para la creación de nuevas empresas, a la vez que anunció próximos cambios legales con dicho propósito.
En el ranking “DoingBusiness 2013” -que mide qué tan difícil y costoso es hacer negocios en 185 economías alrededor del mundo- Ecuador ocupa la posición 169 en cuanto a las facilidades que ofrece para la creación de nuevas empresas, por debajo de la posición 165 que ocupó en el ranking 2012. En ese sentido, el anuncio presidencial constituye un paso en la dirección correcta.
Sin embargo, el proceso de creación de una empresa es apenas uno de muchos trámites burocráticos con los que deben lidiar los negocios en Ecuador y que tampoco resultan sencillos. El reporte “DoingBusiness” muestra que en el país el ambiente regulatorio de los negocios ha desmejorado en áreas tan diversas como la contratación laboral, la obtención de licencias y permisos, el registro de propiedades, la obtención de crédito, etc. Sólo ha mejorado en algo la complejidad burocrática para el pago de impuestos.
No cabía esperar cosa distinta. La actual administración ha introducido múltiples reformas legales y regulatorias que, en su conjunto, han incrementado el tiempo y los recursos que las empresas deben destinar a cumplir con procesos y trámites burocráticos. Y si bien algunos se han trasladado a Internet, las empresas deben completar en línea un mayor número de procedimientos y entregar muchas más informaciones que antes.
Esta situación es aún más dramática en el caso de industrias altamente reguladas como la banca, las denominadas “estratégicas” como las telecomunicaciones, o las que producen o comercializan productos alimenticios o farmacéuticos. Las empresas de estos sectores han debido reclutar “ejércitos” de abogados, contadores y asesores, para ayudarles a descifrar y cumplir las nuevas regulaciones, con el alto costo en tiempo y recursos que ello implica.
Por otro lado, las mayores atribuciones con que, en general, hoy cuentan las instituciones gubernamentales, la discrecionalidad con la que actúan muchos funcionarios y el hecho que las empresas tengan menos posibilidades de cuestionar los procedimientos y decisiones burocráticas ante las cortes de justicia, han incrementado exponencialmente el costo de hacer negocios en Ecuador.
Por estas razones, una reforma que no busque simplificar y abaratar la integralidad de los procesos burocráticos que enfrentan las empresas, tendrá un impacto muy marginal en la promoción de inversiones y negocios formales. Lamentablemente en Ecuador, en el ámbito regulatorio de los negocios, la actitud sigue siendo: ¿para qué hacerlo fácil, si se lo puede hacer difícil…?