A pocos días de aprobarse en la Asamblea Nacional las reformas a la Ley de Minería, altos ejecutivos de Alianza País deben estar preocupados, talvez tensos, respecto a cómo actuará su gente al momento de la votación. No es que dude de la expedición de esta ley, sino que es una incógnita los argumentos que esgrimirán aquellos que hoy forman parte de las filas de la mayoría gobiernista en la Asamblea, ya que antes tenían otras posiciones, cuando eran deliberantes y no obedientes. ¿Qué dirá, por ejemplo, Marisol Peñafiel o Virgilio Hernández? Obviamente tendrán justificaciones para su cambio de criterio, una de ellas, podría ser, que hoy reciben órdenes. Antes eran libre pensadores.
Las próximas leyes a expedir la Asamblea Nacional, como se presenta el panorama, carecerán de análisis y de verdadera discusión. Habrá algunas ideas de los asambleístas que no pertenecen a la mayoría arrolladora del partido de Gobierno, que quedarán en eso: simples ideas que no serán acogidas, por válidas que fueren. El rol de la mayoría de los asambleístas gobiernistas será de simples correctores de texto en lo gramatical. A la sintaxis, dudo que hagan contribuciones.
Aparte de los conflictos internos que pudieren tener los asambleístas del gobierno, han aceptado el tratamiento impositivo que se daría a los ingresos extraordinarios de las empresas mineras por el incremento, en los mercados internacionales, del precio de los minerales que Ecuador exporte. La carga tributaria, tal como está planteada en el proyecto de ley, no es atractiva para las grandes corporaciones mineras mundiales. Ahuyenta a los capitales y al desarrollo minero.
La minería es la nueva actividad a la que apunta el gobernante, pero parecería que la puntería le está fallando. Hace pocos días, una de las principales compañías mineras en el mundo anunció su decisión de abandonar el país. La inseguridad jurídica, los cambios abruptos en las condiciones de contratación y los nuevos impuestos a esta industria, le hicieron adoptar esa resolución, grave para la imagen internacional de Ecuador. Ahora, a iniciar el coqueteo a compañías chinas, chimbas y “chiras”. La intención positiva del Gobierno de que lleguen empresas serias transnacionales para invertir aquí, parece se diluye. Si se sigue así, la actividad minera artesanal, peligrosa y dañina del medioambiente, continuará con su acción depredadora de la naturaleza.
En fin, se le viene al Gobierno una época en que tendrá que estar con los ojos abiertos, para que la actitud de “sus” asambleístas esté acorde con la voluntad del jefe. No me extrañaría que algún funcionario público incondicional, exclame “¡qué nervios, viera!”, pero considero que pueden estar tranquilos, ya que no hay suficiente materia gris entre “sus” asambleístas.