Sin parafernalia ninguna, el papa Francisco cumplió un año de pontificado. En 12 meses ha creado expectativas y ha hecho cosas concretas. Sobre todo ha introducido un nuevo aire en la Iglesia Católica, asfixiada por tres décadas de conservadorismo militante.
Los que esperaban un Papa “revolucionario” estarán decepcionados. Francisco es un católico doctrinariamente conservador, que no oficializará la Teología de la Liberación o establecerá la ordenación inmediata de mujeres. Pero sí es el impulsor de un cambio en la forma de concebir la vida y el gobierno de la Iglesia. Los signos, sobre todo en la vida religiosa, son importantes. Por eso lo es la decisión de no vivir en el palacio vaticano, vestirse sencillamente, castigar a los obispos corruptos, permitir que las divorciadas bauticen a sus hijos, denunciar al capitalismo.
El Papa ha hecho varias declaraciones que han puesto los pelos de punta a los que creen que tratan al dinero como un sacramento. Dijo, por ejemplo: “Hoy tenemos que decir: no a una economía de exclusión y de la inequidad. Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muera de frío un anciano congelado y que si lo sea una caída de dos puntos de la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre”.
El Papa condena la idea de que el libre mercado puede, por sí mismo, promover la inclusión social: “Esa opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante, mientas tanto, los excluidos siguen esperando”.
Afirmaciones como estas han despertado la reacción de “entendidos”, que dicen que el Papa no sabe economía; que no debe opinar sobre esos temas y mejor siga con el discurso anterior: etéreo, militante, antiizquierdista. Otros atacan al Pontífice. Rush Limbaugh, comentarista del grupo Murdoch, dijo paladinamente: “Lo que sale de la boca del Papa es justamente puro marxismo”.
El discurso y la acción del papa Francisco son ya parte de la vida del catolicismo, pese a las reacciones que causan. O quizá también por ellas. Por eso resulta interesante el número monográfico de febrero de “América Latina en movimiento”, que publica ALAI. Allí está un grupo de estudios cortos sobre el Papa, escritos por expertos como Frei Betto, Leonado Boff, Felipe Adolf, entre otros. Sus aportes deben leerse por su calidad y oportunidad, y hasta por el interés folclórico del artículo del despistado que cree que “la espada de Bolívar llegó el Vaticano”, que la elección de Francisco se debió a que Chávez “ayudó desde el cielo” y que una encíclica es un “programa revolucionario”.
En todo caso, el papa Francisco ha cumplido un año de testimonio y acción. Que así siga.