Resultan poco transparentes, por decir lo menos, los controles que realiza la Policía. En los controles al exceso de velocidad por ejemplo, la Policía detiene aleatoriamente a un grupo de autos. No usan radares, no entregan fotos ni evidencias. Es la palabra del policía contra la del conductor.
Detuvieron a un familiar el jueves 25 de julio diciendo que excedió la velocidad, que su vehículo iba a más de 90 km/h, rectificando luego para decir que iba a 97 km/h, para luego tachando la papeleta, ¡ubicar una velocidad de 109 km/h! La papeleta aparte de ir tachada, no tiene nombre ni firma del policía que realizó el control. Parecería lógico que esa papeleta sea invalidada ante un juez, pero descubrí que resulta muy difícil apelar a la misma.
¿Y qué pasó con los radares de última tecnología con los que contaba la Policía hace pocos meses? Me parecía que equipos como esos evitaban cualquier discusión y entregaban una evidencia incuestionable.
Ojalá la unidad de Asuntos Internos de la Policía Nacional ponga su mirada en estos operativos e investigue quién organiza estos controles, cómo se formalizan las infracciones, cuántos autos son detenidos pero pasan sin sanción y si existen evidencias de corrupción en estos actos.