Todos tenemos derecho a una ciudad que, en un sentido amplio, es el espacio vital donde nacemos, crecemos, nos multiplicamos y morimos. Pero “mi” ciudad es diferente a las existentes, como lo hizo, a su tiempo, Ítalo Calvino. Mi ciudad invisible es andina.
Una muestra es “1491”, la nueva historia de las Américas antes de Colón publicada en 2005, en su versión original en inglés, y en 2006, en su traducción al español, por el científico estadounidense Charles C. Mann, que aborda el tema de la América precolombina.
El principio unificador de la cultura precolombina fue la chakata; es decir, el centro del universo. La chakata corresponde a la Cruz del Sur o cruz cuadrada, que rige la crianza de la chacra en los pueblos andinos. La chakata marca el pensamiento que se expresa en el principio de la reciprocidad del aprendizaje, que dice: “todos aprendemos y todos enseñamos en la vida y para la vida”. La cruz cuadrada comprende: “Aty” = organización; “Yachay” = educación; “Ruray” = producción; y “Munay” = espiritualidad, energía.
Chakata es la verdadera ciudad interna que yace en mestizos e indígenas, en longos, runas y afrodescendientes. Es una chacra, en el sentido excelso, donde la filosofía y la práctica de esa filosofía vital se expresa en la reciprocidad = comunidad. La chacra nos enseña a vivir con la naturaleza, porque somos parte de ella, y porque nuestra cosmovisión se nutre de las estrellas, las constelaciones, de los movimientos del sol y de la luna. Mi ciudad invisible está llena de pájaros, árboles nativos, montañas y selvas en las que sentimos la gloria de existir.
Propongo una utopía: construir una nueva ciudad donde los pájaros y las flores, las mariposas, las plantas y los animales nativos tengan sus espacios primordiales. Una ciudad sin zoológicos, donde los niños sean los protagonistas. Y la gente adulta y mayor encuentre la felicidad, a través de la solidaridad antes que en la competencia.