Soy esposa de un médico ecuatoriano y veo con indignación lo que se pretende hacer en contra de la clase médica de mi país, ¿cómo es posible que al médico se le dé un trato igual al de un sicario o al de un criminal?; el médico se prepara para salvar vidas y no para matar o hacer daño y, si por alguna circunstancia ajena al profesional, ya sea por la gravedad del caso o porque cada organismo es diferente y reacciona de diferente manera ante tal o cual tratamiento, surgen complicaciones o en caso extremo el paciente fallece, NO es porque el médico así lo quiera sino porque ya el organismo falló. He visto y he vivido en carne propia el sacrificio de mi esposo, noches sin dormir, días de Navidad o Año Nuevo lejos de casa porque estaba de turno en el hospital y mientras todos festejaban y bailaban, los médicos de las casas asistenciales trabajaban desde las 07:00 de un día hasta las 07:00 del siguiente día; su preparación no se circunscribe solo a los años de universidad sino a toda la vida, pues la medicina es una ciencia que avanza y cambia día a día y no solo se trata de “quemarse las pestañas”, sino de servir a la sociedad y muchísimas veces hasta con dinero suyo por la pobreza de ciertos pacientes, porque ser pobre no es impedimento para ser bien atendido. Digo todo esto porque están circulando mails y pasquines con nombres ficticios insultando y denigrando a los médicos, tachándolos de “criminales de bata blanca” ¿por qué este odio?, ¿quién está azuzando esta situación?; ¿no pensará esta gente que ellos o sus familiares deben haber necesitado de un médico alguna vez en su vida y fueron atendidos oportunamente? ¡Ya basta de dividir a la sociedad o de legislar para determinados grupos de personas!, la Ley debe ser para todos sin venganzas ni revanchas sino con justicia imparcial y con jueces probos, honestos y no sujetos a presión de nadie sino a su propia conciencia.