Día y noche, 24 horas sin parar, el ruido de maquinaria pesada trabajando en las lomas de los cerros vía a la Costa con las rocas que caen y la polvareda que se levanta, son parte del efecto sonoro y visual que se mezcla con el entorno de crecimiento de este sector potencialmente urbanístico, año tras año hay menos cerros, menos árboles, menos paisaje que orgullosamente se presentaba con cada amanecer, pero hoy parece que una gran cuchara estuviera dando de comer de esta tierra a quienes se lucran de ella y se va formando un cráter pálido y sin vida, constituyendo el nuevo paisaje que se vislumbra en la muy ya transitada vía al mar. Es impresionante que a altas horas de la noche en las partes más altas de los cerros del km 14,5 de esta vía, como cabras monteses, los buldóceres que se pueden ver como lucecitas en el oscuridad de la noche desgarran los cerros desafiando la física y a escondidas del día como si ocultaran algo que nadie quisiera ver.
El futuro no es difícil de pronosticar, seguramente comparando las imágenes de los cerros en esa zona hace 10 años, hace 5 años, hace 3 años, hace 1 año, se puede visualizar una tendencia de cómo van a terminar esos bosques protectores, no hay que ser adivino.