En el Ecuador existen grandes reservas naturales de bosques, lastimosamente mal cuidadas por el Estado y por algunos ecuatorianos que no quieren comprender lo que representan para el buen vivir, por lo que van en disminución y extinción.
En mis caminatas por el Parque Metropolitano y la zona boscosa del Pichincha, nunca he tenido la suerte de encontrarme con un guardabosque, que son las personas que en forma inmediata, deben dar la voz de alarma en cuestión de segundos, cuando sucede alguna conflagración de esta clase y no esperar que el fuego, tome cuerpo con la ayuda de la sequía y del recalentamiento global.
Con mucho dolor, frente al permanente cambio climático que sufre el mundo por culpa de sus habitantes, la sabia naturaleza reacciona a la defensiva.