Con mucho ahínco y sin ruborizarse, el presidente Correa en una entrevista por TV rechazó, lo que él llamó, “la descarada interferencia de la prensa en la decisión judicial del caso Carrión”. Recalcó que “algo así jamás ocurriría en un país desarrollado”.
No obstante, la amenaza de demanda penal que hiciera el ministro del Interior, José Serrano, contra los jueces que se aprestaban a dictar sentencia, en ese caso, constituye el más claro ejemplo de una descarada interferencia del Ejecutivo en el poder judicial, algunos podrían incluso llamarla coacción. En otras palabras, el Presidente tiene la dudosa cualidad de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.