Es muy lamentable y preocupante el ver cómo en nuestro país la libertad de expresión va desapareciendo poco a poco y día a día. Televisoras y periódicos controlados por el Gobierno, periodistas impedidos de desarrollar sus actividades propias de su profesión por no estar de acuerdo con el pensar del Gobierno, etc. Claramente se ve llegar el momento en que todos los medios de comunicación estarán regidos por disposiciones gubernamentales y los ciudadanos estaremos condenados a tener únicamente la versión oficial de las cosas, algo que no se compadece con la democracia “de la que dicen goza nuestro país”. Algo que ocupa la atención de la ciudadanía en estos días, es el injustificado ataque que está sufriendo uno de los principales diarios, primero por la publicación de una carta escrita por un periodista de ese medio que desató la furia del Gobierno y ahora por el caso de un bien público, cuya construcción hace tres décadas fue abandonada por la firma japonesa que lo construía. Esto fue oportunamente investigado y juzgado y ahora la quieren relacionar con los herederos de los propietarios y directivos de este diario en aquel entonces, que ya fallecieron. En carta publicada, (El Universo, 2 de junio, 2011) los herederos enfática y terminantemente declaran que El Universo no callará y que para conseguirlo, el único camino que le queda al Presidente es destruirlo. Esta declaración es muy similar a aquella famosa frase que en algún momento de su mandato dijo a sus opositores aquel Presidente de grata recordación, que gobernó el país en el período 1956 – 1960: “A mí me rompen pero no me doblan”.