En el obsesivo ataque a los medios de información no comprometidos, el Presidente expresa que son el opio del pueblo, asimilándolos con el narcótico que controla la voluntad e insensibiliza, sin reparar que la prensa libre, estimula los sentidos, alerta la sensibilidad, despierta inquietudes, a través de la información que los ciudadanos esperan todos los días.
El opio del pueblo está por otro lado, cuando se intenta lavar el cerebro a gente para que crea que “la Patria ya es de todos” y que gozamos del “buen vivir”, con la invasión de la propaganda oficial, las cadenas y los monólogos sabatinos, cuando lo que se observa es inseguridad, desempleo, quejas permanentes por el mal servicio en la salud; claro que el pueblo está despertando como se pudo constatar en consulta.
Es táctica de los gobiernos autoritarios atacar a la prensa libre, tratando de acallarla para que solo se conozca la verdad oficial, pero debe estar claro que, como demuestra la historia, gobiernos despóticos se acaban y pasan como un mal recuerdo, mientras los defensores de la libertad, aun cuando sufran retaliaciones, no se someten, se elevan y su ejemplo perdura .