El país no avanzará ni saldrá de este bloqueo con esa clase de dirigentes políticos y de asambleístas, con excepciones, que demuestran doble discurso, doble moral y audacia al hacer planteamientos cuando precisamente fueron responsables de horrores, corrupción y años después pretenden responsabilizar por lo que ellos hicieran desde el poder. Por lo menos, tengan pudor y traten de recuperar la dignidad, lo cual les resulta difícil.
Se unen con otros bloques, que no tienen coherencia política ni ideológica, para oponerse al proyecto de Ley de Creación de Oportunidades del Ejecutivo, que planteara reformas a varias leyes cuando durante el correismo aprobaron tantas veces solo levantando la mano. Igual ocurrió en el período legislativo pasado.
Más allá del derecho que les asiste para fiscalizar, el correismo ha planteado un juicio político al Procurador de la Nación por el supuesto incumplimiento de sus funciones en la defensa de procesos con resultados adversos contra el Estado. Ese es el caso por el laudo final en favor de una empresa petrolera internacional, que le obliga a pagar al país. Igual ocurrió antes con otras tres empresas transnacionales. Todos los casos empezaron, fueron demandados y perdidos en los diez años de ese régimen por su bellaquería y hoy reclaman.
Las demandas por los cambios en los contratos y los arbitrajes se perdieron con la actuación de un Procurador sumiso a ese régimen y que poco o nada hizo en defensa del Estado. Ellos sí tuvieron que pagar por sus errores con recursos del Estado.
En el fondo, mantienen el odio que durante una década se sembrara y al Procurador no lo van a olvidar por haber sido acusador en el caso Sobornos 2012-2016 (Odebrecht), que llevó a la sentencia condenatoria de 8 años contra el ex presidente prófugo, el ex vicepresidente y otros ex altos funcionarios de ese régimen que están en la cárcel. Para registro histórico, en el exterior del Palacio de Gobierno está la placa con los nombres de los condenados.
El país no puede mirar impasible que en medio de las angustias por falta de empleo, la crisis económica y social, los altos niveles de violencia, inseguridad y narcotráfico, existe una clase dirigente y asambleístas indiferentes, que siguen haciendo lo que quieren, en medio de actos de corrupción de una parte de sus miembros. Con estas y otras cosas intentan distraer y no han tenido la valentía de actuar oportunamente y autodepurarse.
Si bien una de las fallas del Ejecutivo ha sido y es no comunicar bien, de manera clara y oportuna, no es menos cierto que resulta infructuoso tratar de llegar a acuerdos con quienes no quieren acuerdos y solo demuestran su oposición por oposición, en busca del fracaso, que no será del gobierno de turno sino del país. Ellos sí desinforman e intentan imponer las mentiras, como lo hicieron antes.