Una nueva crisis carcelaria suma decenas de fallecidos, a todos los que han sucumbido en las masacres que se registran en lo que va de este año, en los diferentes centros de rehabilitación social del país.
La declaratoria de emergencia que aplicó el Gobierno, en julio, pareciera insuficiente ante la violencia con la cual se han perpetrado los hechos. Rodear el perímetro de las cárceles con soldados y fortalecer el control policial no frenan los enfrentamientos internos. Hoy está en marcha un nuevo estado de excepción.
El horror no cesa. Ahora habrá que ver qué plan estratégico diseña el nuevo Director de Rehabilitación.
En las crisis carcelarias anteriores, aun cuando los motines tuvieron acciones de coordinación en varios centros, se tomaron decisiones parecidas sin resultados estructurales.
Los controles de armas, de teléfonos y de artículos prohibidos dentro de los centros son recurrentes. Las requisas se activan y hay incautaciones. Pero luego las confrontaciones se reactivan, cuando los reclusos se abastecen otra vez de objetos sobre los que nadie responde ni nadie sabe cómo se filtraron a las cárceles.
La presencia de células de los carteles transnacionales de la droga, que desde las cárceles comandan secuestros, muertes y disputas de territorios, es un asunto que debe ser tomado en serio para aplicar soluciones estructurales.
Como parte de las acciones trazadas a partir del decreto de estado de emergencia, emitido en julio pasado, se dispuso la asignación -para los próximos cuatro años- de USD 75 millones para el sistema carcelario.
Se tiene previsto invertir los recursos en tecnología, talento humano, infraestructura, educación y salud, a corto, mediano y largo plazo.
Pero la situación actual demanda acciones prioritarias, con políticas públicas y la necesaria cooperación internacional. Su combate requiere de algo más que un efectivo y puntual control carcelario. Derrotar a las mafias y que imperen la paz y el estado de derecho es el compromiso gubernamental ante estos hechos de violencia. El país está atento.