No es raro que, al caminar por una calle o avenida de una ciudad o en el callejón menos habitado de un cantón rural, nos encontremos con una farmacia; unas más cercana a otra.
En el 2016, Ecuador y su vecino, Chile, superaban a Brasil, en ventas per cápita en las farmacias, con una inversión per cápita de USD 165,4 por persona, pero desde el 2019 nuestro país se engalanó con el premio de paraíso farmacéutico, atrayendo así a multinacionales a seguir invirtiendo y proyectándose a un “país enfermo”, y es que actualmente existen más de 8 000 farmacias; cinco veces más que Chile, el 90% localizadas en zonas urbanas.
La principal causal, sin duda, es que el ecuatoriano promedio consume medicamentos sin control, se auto prescribe y recibe recomendaciones no médicas. En nuestro país, los medicamentos más vendidos no necesariamente están en relación con la morbilidad del ciudadano, sino que por lo que su hipocondría cibernética les dice. Es normal que el vecino, el ‘influencer’, las redes y la tele medique.
La segunda causal es el chip social que ha sido implantado por un largo tiempo: “el medicamento de marca es mucho mejor que el genérico”, en gran parte esta causal ha sido responsabilidad y competencia del gobierno y de las autoridades transitorias que lo componen.
Los ecuatorianos hacemos marketing gratis a las multinacionales. Alrededor del 85% de los medicamentos que se consumen en el país se importan, creciendo así las empresas regionales y europeas, y apenas ese 15% de medicamentos es producido en nuestro territorio, aunque para su producción son necesarias materias primas procedentes del extranjero. ¡Urge la pronta iniciativa de gobernanza que incentive la producción local de medicamentos, la investigación como recurso factible y la innovación para la ejecución de la misma!
Y aunque el Ecuador es el país con más farmacias per cápita de la región, aquí consumimos más medicamentos de lo que deberíamos. Por tanto es competencia del gobierno su oportuna regulación, como controlar que todas las farmacias tengan los medicamentos del cuadro nacional de medicamentos básicos, que se distribuyan genéricos regulados, aprobados, estudiados y de calidad; porque paradójicamente aunque somos un país pobre, somos el país que compra más medicamentos de “marca”, como ningún otro país del mundo (9 de cada 10 medicamentos son de marca), mientras que países desarrollados tienes la relación inversa (9 genéricos y uno comercial)
Quitar el chip al ciudadano del medicamento de “marca” no es tarea fácil. Más, sin embargo, es hora de que desde nuestra perspectiva como sociedad empecemos por dejar de automedicar a nuestra familia, vecino o desconocidos.
Pero, hasta que tomemos cartas en el asunto, sigamos caminando para seguir contando farmacias y decir a foráneos: “Aquí en cada esquina encuentras una farmacia”.