A Dios le pido… al Señor, Padre, Creador, Yahwe… cada uno lo llama como cree que es correcto, diferencia de pensamiento o religión, pero coincidimos en que hay alguien allá a quién clamamos, y quienes no creen en nadie, están en todo su derecho, la finalidad sigue siendo la misma: no ser malas personas, no robar, no matar, saber vivir en comunidad y respetar las diferencias…
Para actuar con honestidad y ser empáticos no necesitamos creer o no creer, es menester que nos miremos al espejo y señalemos nuestras debilidades y fortalezas, nuestros errores y virtudes y dejemos de creernos jueces justicieros con los demás, es tan fácil hablar, juzgar y opinar… Ni tú ni yo sabemos las razones por las que aquella mujer se separó… Aquel hombre no terminó la universidad y decidió ponerse a trabajar, aquellos padres decidieron dejar a sus hijos en manos de los abuelos o aquella chiquilla se convirtió en madre soltera… ni usted, ni aquel caballero tienen el derecho de opinar sobre lo que no han vivido… cada uno sabe su verdad, las razones por las que hacemos o dejamos de hacer, no le debemos explicaciones a nadie más que a nosotros mismos, somos esclavos de lo que callamos y de lo que permitimos, nos merecemos una auto palmada de felicitación cuándo lo hacemos bien, si tenemos que llorar o reír… ¡Está bien!, las decisiones son nuestras y si nos perjudican o benefician somos los responsables.
Dios… está en los actos no en las palabras, seamos coherentes con lo que hacemos y decimos, si vamos a abrir la boca… Que sea para edificar, ayudar, animar… no para juzgar, usar y lastimar, ¡a mirarnos todos al espejo!