Cristina Muñoz, Augusta Pazmiño y Daniela Jara cursan el cuarto semestre de Ingeniería Automotriz en la Universidad Tecnológica Equinoccial. Aunque cada una tuvo una motivación diferente para seguir esa carrera, las tres coinciden en que no querían para ellas un trabajo de oficina, sino uno que les permitiera desarrollar su creatividad de una manera muy práctica.
Daniela y Augusta crecieron en ambientes muy ‘tuercas’, principalmente por influencia familiar. Aunque ese no fue el caso de Cristina, ella se planteó el reto de estudiar y destacarse en una carrera que le parecía muy interesante, aunque sabía que posiblemente no iba a tener compañeras mujeres.
Y al respecto conservan anécdotas curiosas, pues al verlas ingresar al aula el primer día de clases, más de un compañero les sugirió que posiblemente se habían equivocado de curso.
Ellas reconocen que al comienzo les resultó difícil adaptarse a un ambiente netamente masculino, pero que con el paso del tiempo lograron establecer buenas relaciones con los otros alumnos.
Además, entre las tres les resulta más sencillo hacer un ‘contrapeso’ a la abrumadora superioridad numérica del sexo opuesto.
Para su futuro profesional, las tres tienen diferentes expectativas. Dentro de cinco años, Daniela se proyecta estudiando una maestría y como propietaria de una lavadora de autos que también brinde el servicio de mecánica ligera.
Pero su gran sueño es ser parte del equipo técnico de un equipo de alta competición internacional.
A Augusta le gustaría estudiar personalización de vehículos en Italia y, por qué no, convertirse en piloto de competencias.
Cristina quisiera estar al frente del área técnica de un concesionario o dirigir su propio taller. También planea estudiar diseño automotriz para complementar su formación.
Pero más allá de sus anhelos personales, ellas quieren mejorar la calidad del servicio para generar confianza entre los clientes.