El Presidente, en su obsesivo empeño por atacar a los medios de comunicación independientes, ha decidido prohibir a sus ministros y altos funcionarios, dar entrevistas a esos medios, con el argumento de que tienen” fines de lucro”; y, en su obstinada pugna, los retó a rechazar la publicidad oficial, creyendo que esta acción contribuiría a disminuir la aceptación y sintonía de los medios no comprometidos.
Ello no ha ocurrido, la aceptación de la ciudadanía la tienen y se incrementa porque inspiran confianza, no se afectarían si el gobierno retira la propaganda oficial asfixiante, y que no obligue a los canales de TV a entrar en cadena para pasar los “informes” oficiales. Preferible que los medios abran más espacio a la opinión de ciudadanos, como natural canal de libre expresión, abrirse más hacia quienes están comprometidos con la defensa de las libertades y los derechos humanos, intensificar el periodismo de investigación y mantener, con verdad y valor, los artículos de opinión de los prestigiosos periodistas.
Prohibir va a ser contraproducente para los objetivos electorales del Presidente, pues lo que más se necesita para llegar al pueblo son los espacios de opinión, no precisamente en los medios públicos utilizados para la propaganda oficial.