Desde hace 4 años en mi trabajo empecé a recibir llamadas de oferta de todo tipo de tarjetas de crédito bancarias y de almacenes, todas promocionadas por emisión sin costo y algunas bancarias con costos gratis por un año. Una tentación fácil de aceptar. Se entiende que muchas personas contactadas aceptaron y hoy tenemos una sociedad gastadora más allá de sus posibilidades.
Los indicios e inicios del endeudamiento han sido prácticamente incentivados por la inusitada liquidez propiciada por un Estado derrochador que no tiene la calidad para criticar el consumismo ciudadano.
Una tarjeta de crédito es una buena herramienta usada con prudencia, pero cuando de pronto las ofertas se amplían sin discriminación, la facilidad supera a la prudencia.
Los excesos son producto de la falta de planificación y control. Ahora, el Gobierno solo trata de cuidar su imagen.