Se estableció como tradición de las democracias contemporáneas evaluar los primeros pasos de la gestión gubernamental a cien días de iniciada.
El hito data de 1933. Franklin Delano Roosevelt, se propuso la meta en Estados Unidos para salir de la Gran Depresión.
Hace 14 meses Osvaldo Hurtado decía en Radio Quito, en una entrevista que planteamos con mi compañero Miguel Rivadeneria, que los impactos previsibles de la pandemia podían superar los más oscuros momentos de nuestra vida como República.
Para el ex presidente ni la devastación causada por El Niño de 1982 ni la crisis de la deuda latinoamericana ni los estragos de dos conflagraciones con Perú, en Paquisha y El Cenepa, ni la destrucción y enormes pérdidas de los terremotos, tendrían efectos tan fulminantes como la pandemia.
Así, los políticos en campaña se empeñaron en alcanzar el poder con la esperanza, en algunos de los casos, cívica y de buen talante, de darle la vuelta al estado de cosas y avanzar en cambios urgentes.
Por eso es que aquellos cien días para echar a andar, que se puso como meta en 1933 Franklin D. Roosevelt, hoy se quedan cortos como primer meta, quizá urgidos como estamos, por las demandas sociales o por el vértigo que confiere a los tiempos que vivimos la andadura a mil por hora en las autopistas de la información y el mundo globalizado e interconectado.
La ambiciosa meta de vacunas para 9 millones de personas en 100 días va avanzando y la realidad es que frente a los tropezones del anterior gobierno, los sucesivos cambios de ministros y las ofertas poco sustentadas de la llegada de un puñado de dosis, lo que hoy sucede parece mejor.
Para los cien días faltan ya 70, pero el ritmo de vacunación se va expandiendo, hace falta que no decaiga el abastecimiento de las vacunas, que aumente la concurrencia voluntaria a los vacunatorios – que cada vez son más ordenados – y que se profundicen las brigadas para llegar a los puntos lejanos de las selvas y los páramos, allá donde la internet no alcanza ni los celulares inteligentes apararecen o las señales se desvanecen.
Hay, en esta primera fase, voluntad política y concepto profesional. Ahora la clave está en que lleguen las vacunas, que las segundas dosis se apliquen en tiempo y forma a los ya vacunados por primera vez, que los ofrecimientos y compras se cumplan por parte de los proveedores y que este primer plan sea un acierto y efectivo.
Por lo demás, el Gobierno ya habla con los propietarios de los transportes y se buscan soluciones. Guillermo Lasso, desde su convalecencia en Miami de una operación lumbar, ofrece un encuentro con Pachakutik. Buen apunte para descifrar en la mesa del díalogo diferencias y buscar puntos comunes. Que la Asamblea, diversa pero ya mejor organizada, aporte con un debate serio con reformas requeridas. Y que la justicia no se duerma, se limpie de los vicios pasados. Que la transparencia, probidad e independencia primen. No todo depende del Presidente. Hay tarea compartida. Van apenas 30 días.