Hace unos días, traspuso los límites del tiempo, el médico ambateño Dr. Plutarco Naranjo Vargas, personaje con admirables metas de superación en varios aspectos.
En las cimas de la medicina fue aprovechado discípulo de Galeno, y de su gran ícono, Eugenio Espejo, a quien imitó en su preocupación por la salubridad pública, y a quien dedicó escritos saturados de admiración y en contemplativo afán para extraer lecciones prácticas.
En las elevaciones de la literatura, su ideal era emular a su paisano Juan Montalvo, el autor de las ‘Catilinarias’ y de otros volúmenes, algunos sazonados en virulencia verbal, pero enmarcados en fulgurante estilo clásico. “Como es sabido-expresó el Dr. Naranjo – Montalvo es un gran escritor, pero asistemático. No nos dejó un cuerpo de doctrina política. Sus ideas políticas aparecen aquí y allá a lo largo de sus artículos”.
Este personaje de grandes inquietudes, el Dr. Plutarco, encontró la manera de adoctrinar a sus semejantes mediante las columnas de la prensa en el lapso de 70 años, especialmente en asuntos nutricionales, enfocados al mejoramiento de la dieta popular, o a revelar y comentar el origen de toda suerte de enfermedades y sus remedios. También, sobre los formidables avances de la medicina.
¿Y el historiador? La Historia con su luz cenital le ha atraído. Si hasta fue Director de la Academia Nacional de Historia. El que escribe estas líneas tuvo la honra de ser su secretario, en época que la docta institución. En corto intervalo, dos árboles fecundos han caído en tierra: Salvador y Naranjo…